miércoles, 11 de enero de 2017

CLASIFICACIÓN DE LOS OLORES


Para la mayoría de las personas es muy normal que una rosa huela a rosas, pero no para todos. Del mismo modo que se da la ceguera para los colores, existe también una "ceguera a los perfumes". Está genéticamente determinada y hasta ahora se ha comprobado con 62 sustancias olorosas, como, por ejemplo los compuestos de almizcle o de ácido prúsico.
 
Desde hace tiempo el hombre se ha preocupado por describir los olores, por hacerlos comprensibles a los demás. De todos modos hay unas 400.000 sustancias olorosas que tienen que ordenarse de alguna manera. Este esfuerzo puede parecer al principio absurdo y, sin embargo, responde a la lógica, ya que colores y tonos, que son perceptibles también por los sentidos, están ordenados sistemáticamente.
 
Es famoso el sistema de clasificación de los olores del botánico sueco Linneo, del siglo XVIII. Linneo distinguía siete clases de olores, desde aromáticos hasta nauseabundos.
 
Otro investigador que se ocupó de la clasificación de los olores fue Amoore. Éste distinguió también siete olores básicos: alcanforado, penetrante, floral, mentolado, vaporoso, almizclado y podrido. Esta división encaja parcialmente con la de Hans Henning, que dividía los olores en seis clases: floral, etéreo o vaporoso, frutal, especiado, resinoso, alimonado o cítrico y podrido. Este sistema, representado en el llamado prisma de los olores, fue ampliado posteriormente por el americano Eugen, que lo complementó con toda una serie de aromas vegetales.
 
A pesar de estos esfuerzos, no existe todavía ningún sistema normalizado de clasificación de olores. Y tal vez no llegue a existir nunca, pues la percepción de los olores es una cuestión extraordinariamente complicada que no puede evaluarse únicamente con métodos científicos dado que aquí la psique desempeña un papel importante.
 
El químico Ohloff lo expresa así: "El lenguaje de los aromas es reproducido en valores de vivencias y, en consecuencia, varía de una persona a otra."
 
Ohloff nos habla igualmente dentro de este contexto de la apreciación del umbral del olor.
 
Efectivamente, las sustancias olorosas se perciben a concentraciones extraordinariamente bajas. No todas las sustancias se perciben por igual. El mercaptano y el escatol, los notamos a concentraciones bajísimas, y la vainillina y la esencia de menta piperita la apreciamos ya en una disolución de 1:100.000.
 
Nuestro grado de apreciación de los olores es algo individual y en él influye la edad, el sexo, el estado de salud, el bienestar corporal y espiritual, el hábito de fumar y el medio ambiente.
 
 
 

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