viernes, 19 de mayo de 2017

COMO DAR UN MASAJE EN LA ESPALDA


Todos vamos a sufrir mas tarde o mas temprano, males o dolores de espalda. El estrés, los pensamientos, las emociones, la ansiedad... o con la edad avanzada la artrosis, falta de calcio, solidificación de la columna... a los dolores de espalda no nos escapamos nadie. Y ¿porque?
 
El esqueleto humano consta de más de 200 huesos articulados entre sí y estos a su vez, están conectados a 650 músculos que lo están a los nervios, las fascias o finas capas que envuelven a un grupo de músculos y las vísceras a las que protegen, entre otros elementos.
 
La espalda puede considerarse como el pórtico a toda la persona: cuerpo, mente y psique.
 
Los principales nervios del cuerpo se ramifican desde cada lado de la columna vertebral y abastecen a todos los órganos internos: al relajarlos se reducirá la tensión de los músculos de la espalda y los niveles de estrés en mente y cuerpo. Con ello se consigue mejorar la salud y obtener una sensación de bienestar.

Para realizar un masaje de espalda, sigue las pautas que te doy a continuación y obtendrás el resultado beneficioso deseado:
 
Coloca a tu compañero boca abajo, la cabeza a un lado, los brazos relajados a los lados o ligeramente doblados con las manos al nivel de los hombros. Algunas personas se sienten más cómodas con una toalla enrollada o un cojín debajo del pecho y los tobillos.
 
Arrodíllate a un lado de tu compañero (o permanece de pie si utilizas una mesa de masaje). Antes de ponerte aceite en las manos, colócale con mucha suavidad una mano en la coronilla y otra en la base de la columna vertebral. Mantenlas así durante medio minuto; a continuación colócalas en los pies. Mantén un pie en cada mano con bastante firmeza (¡algunas personas tienen cosquillas en los pies!) con las palmas contra las plantas de los pies. Esto se denomina conectar. Resulta muy tranquilizador para la persona y al mismo tiempo le permite acostumbrarse a su tacto. Además tiene un efecto muy calmante.

- Vierte un poco de aceite en un pequeño plato, no lo viertas directamente sobre el cuerpo de tu compañero, pues podría ser una sensación desagradable. Ponte aceite en las manos, a continuación frótalas una  contra la otra para calentar el aceite.


- Coloca tus manos en la base de la espalda, a cada lado de la columna vertebral con los dedos relajados señalando hacia la cabeza. Nunca debe aplicarse presión a la columna pero los fuertes músculos a ambos lados de la columna pueden aguantar mucha presión. Ahora desliza las manos en dirección a la cabeza; muévele el cuerpo desde el centro hasta llegar al cuello. Desliza las manos firme­mente por los hombros y luego hacia abajo. Cuando llegues a la cintura, tira suavemente de ella y regresa al punto de partida.

Es importante utilizar toda la mano; deja que las manos moldeen los contornos del cuerpo de tu compañero, como si estuvieran esculpien­do el barro. Repite varias veces estos movimientos largos y firmes hasta que el aceite esté bien repartido por toda la espalda, aunque ésta no debe estar demasiado grasienta. Ya verás que de dos a cuatro cucharillas de aceite serán suficientes para una espalda normal. Las personas con una piel muy seca pueden necesitar un poco más.

- Ahora desliza las manos por los costados del cuerpo y, empezando por las caderas, empieza a amasar. Utilizando una mano por turno, coge la carne con toda la palma de la mano y los dedos, sepárala del hueso y aprieta como si estuvieras amasando pasta. Mantén toda la mano en contacto con el cuerpo de tu compañero. Ve subiendo por los costados del torso y en la parte superior de los brazos y los hombros. Cuando llegues a zonas más pequeñas (alrededor de los omoplatos, por ejemplo) utiliza los pulgares y los dos dedos corazón, pero no pellizques la carne.

- Pasa al otro costado del cuerpo y repite la operación.

- Empezando en la base de la columna, haz pequeños movimientos circulares con los pulgares en los músculos de cada lado de la columna, hasta que llegues al cuello. Con los pulgares en la parte superior de la espalda, sigue haciendo movimientos circulares. No presiones en la columna vertebral o en el omoplato. Trabaja los músculos justo por encima de los omoplatos y aquellos que se encuentran entre ellos y la columna.

- Vuelve a los movimientos largos con los que iniciaste el masaje. Repítelo tres veces.

- El siguiente movimiento se denomina tirar, y se hace a lo largo de los costados del cuerpo. Colócate a un lado de la espalda de tu compañero. Con los dedos señalando hacia abajo, ve tirando suavemente hacia arriba con cada mano por turno. Empieza en la cadera y trabaja lentamente hacia la axila y de nuevo hacia abajo. Repítelo del otro lado.

- Aplica una fuerte presión en la parte inferior de la espalda con el pulpejo de las manos. Pon una mano sobre la otra y, utilizando toda la mano, trabaja en círculos desde la base de la columna y por encima de las caderas. Luego, utilizando los pulgares, trabaja intuitivamente las zonas tensas que puedas encontrar allí.

- Repite los movimientos largos como en el primer paso, dos o tres veces.

- Amasa suavemente los hombros.

- Pon la mano como si fuera una garra, separando los dedos. Coloca sólo las puntas de los dedos en el omoplato. Intenta mover en círculos la piel sobre el omoplato. Mueve varias veces a la derecha, luego a la izquierda. Repítelo en el otro omoplato.

- Empezando desde el centro de la espalda, coloca las manos una junto a la otra horizontalmente sobre la columna vertebral. Mueve una mano suavemente hacia el hombro izquierdo y al mismo tiempo mueve la otra mano hacia la cadera derecha, estirando la espalda. Repítelo, llevando las manos a la cadera y hombro opuestos. Ve separándolos lentamente, aunque con firmeza, con un movimiento deslizante, uno ascendente, hacia la parte superior de los hombros, y el otro descendente, hacia la parte superior de la nalgas; utiliza bastante presión.

- Finaliza el masaje tal como lo empezaste, colocando una mano en la cabeza y la otra en la base de la columna de tu compañero, y después en los pies. Cuando hayas acabado, levanta las manos y cubre a su compañero con una toalla. Déjalo descansar durante un rato, para que «vuelva en sí», a su propio ritmo.

Esto completa el masaje básico de la espalda, pero tu puedes añadir cualquier cosa que creas necesaria.

- Trabaja con todo tu cuerpo, no sólo con las manos y los brazos.

- Cuando estés amasando, muévete suavemente de un lado a otro siguiendo tus manos.

- Realiza movimientos lentos y suaves.

- Sigue tu ritmo natural.

Es mucho más importante tener sensibilidad para el masaje, aunque no se tenga experiencia, que una rutina de movimientos complicados que se realizan de un modo mecánico e impersonal. Sobre todo, desarrolla tu propio y único estilo.

 

1 comentario:

  1. EXCELENTE INFORMACIÓN, VARIADA Y MUY CLARA, GRACIAS POR SER UN LUGAR DE APRENDIZAJE.

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