jueves, 25 de mayo de 2017

LA PIEL


Tener una piel suave y cuidada es un antiguo ideal de belleza. Ya Cleopatra aspiraba a él y se bañaba en leche de burra. Según se cuenta su piel se conservaba fresca y suave. El ideal sigue siendo todavía el mismo de hace miles de años.

La mayoría de mujeres y hombres tratan de detener el proceso natural del envejecimiento por medio de los cosméticos. La industria cosmética lo fomenta mucho con gran éxito para sus ingresos, ya que el consumidor gasta anualmente en cosméticos una imponente suma de dinero. Sin embargo, contra el envejecimiento de la piel aún no se ha encontrado ningún producto.

Naturalmente nada hay que objetar a la necesidad de tener un aspecto bello y cuidado, pero demasiadas veces se olvida, al cuidar la piel, que la belleza no viene de fuera. Más bien una alimentación sana, el deporte y un enfoque positivo de la vida son la mejor receta para tener una piel hermosa. Pero en nuestros tiempos ya no basta un modo sano de vivir.

La piel, como cubierta externa del cuerpo, está expuesta a ataques especiales. Las sustancias perjudiciales del aire influyen en ella, y el sol, con sus efectos dañinos, es un factor de riesgo cada vez mayor, prescindiendo de otros factores naturales de tensión para la piel, como el calor y el viento. La piel debe ser protegida de la influencias de estos elementos. Sin embargo, esta protección no tiene que conseguirse comprando los caros productos que se nos anuncian, sino que podemos obtenerla, según lo demuestran los resultados de numerosos ensayos con las cremas o aceites preparados por nosotros mismos.

No obstante, la piel no es sólo un órgano protector contra la desecación y otras influencias externas, sino también un órgano metabólico. Elimina con el sudor sales e impurezas y, a través de las glándulas sebáceas, grasa. Las glándulas sudoríparas regulan también la temperatura corporal. La piel funciona asimismo como un órgano de los sentidos.

Estructura de la piel


La piel, con una superficie total de 1,3-1,7 metros cuadrados, es el órgano más extenso del hombre y consta de tres capas o estratos bien diferenciados:

- 1. epidermis

- 2. dermis (corion)
- 3. hipodermis (subcutis)

La piel de las diversas partes del cuerpo muestra un grosor variable; en la palma de la mano y en la del pie, este grosor es de 2 a 4 mm, y en el medio de casi 2 mm.

La epidermis, la capa más delgada, se compone de un estrato córneo, una capa transparente o estrato lúcido y de un estrato germinativo. El estrato córneo está constituido por células queratinizadas muertas, que se desprenden continuamente. En el estrato inferior, el germinativo, se forman constantemente células nuevas, que se desplazan hacia el estrato córneo. En el transcurso de treinta días se renueva la epidermis. En el estrato germinativo están los pigmentos granulares, responsables del color de la piel, y las células de Langerhans, que desempeñan una función importante en la defensa inmunitaria. También estas células resultan dañadas por elevadas dosis de radiación ultravioleta. En la dermis o piel propiamente dicha, de 1,8 mm de espesor, hay vasos sanguíneos y linfáticos, nervios, glándulas sudoríparas y sebáceas y raíces pilosas envueltas por tejido conjuntivo fibroso. La estructura del tejido conjuntivo determina la elasticidad de toda la piel.

En la dermis se imprimen las arrugas y pliegues del cutis. De la dermis se pasa paulatinamente a la hipodermis. Incluidas en su tejido esponjoso se hallan células adiposas. La hipodermis sirve para aislar térmicamente y protege contra los golpes. Tiene un grosor desigual; en la nariz, por ejemplo, casi no hay hipodermis y, en cambio, es especialmente abundante en las nalgas. Al igual que en la dermis, aquí también hay vasos sanguíneos y linfáticos, nervios, raíces pilosas y dos tipos de glándulas sudoríparas: las normales, "ecrinas", y las "apocrinas", que reciben también el nombre de glándulas odoríferas. Sus secreciones son sustancias aromáticas que proporcionan al individuo su olor corporal.

Las glándulas odoríferas se acumulan en las alas de la nariz, los labios, las axilas, los pliegues inguinales, los labios mayores y el escroto. Es interesante saber que las secreciones de las glándulas odoríferas destruyen la capa protectora ácida de la piel y, por eso, pueden establecerse con más facilidad bacterias y hongos en estas zonas. Sin embargo, estas glándulas odoríferas no son las únicas responsables del olor corporal, sino los tres tipos de glándulas: las sudoríparas, las odoríferas y las sebáceas. Ante todo, sus secreciones no huelen nada o apenas sí huelen. El olor corporal desagradable tiene su origen en la actividad bacteriana.

Clasificación de los tipos de piel


- 1 - Piel muy clara, cabello rojizo, ojos azules, pecas. Ante la exposición a la luz solar enseguida sufre fuertes quemaduras.


- 2 - Un poco más oscura que la anterior. Ante la exposición a la luz solar no se broncea sufre fuertes quemaduras

- 3 - Piel clara, sin pecas. Ante la exposición a la luz solar apenas se broncea sufre sólo pocas quemaduras.

- 4 - Piel morena-clara, cabello castaño oscuro, ojos oscuros. Ante la exposición a la luz solar se broncea bien apenas sufre quemaduras

- 5 - Piel morena-oscura, cabello negro, ojos oscuros. Ante la exposición a la luz solar se broncea rápida e intensamente

Dermatólogos y cosmetólogos establecen una distinción entre pieles secas, normales y grasas. Sin embargo, las diversas regiones del cuerpo humano pueden tener diversos tipos de piel. En cosmética se emplea además el término piel mixta. En ella, la llamada zona T (frente, nariz y barbilla) presenta una piel grasa, en tanto que la de las mejillas, la situada en torno a los ojos y la del cuello es normal o seca.


El tipo de piel que tenemos depende de la herencia o de las hormonas, sobre todo en la pubertad o en el climaterio. Otros factores que influyen son el medio ambiente y también la psique, las enfermedades y los cuidados que le proporcionamos a nuestra piel. Desde luego, una cosa está clara: ningún adulto puede recuperar la delicada y suave piel de la niñez, ya que el tipo de piel humana se desarrolla en la pubertad. Entonces maduran las glándulas sebáceas, que forman parte de los folículos pilosos, y empiezan a funcionar. Su misión es engrasar la piel. En los jóvenes lo hacen en exceso —por ese motivo, en esta fase, domina el tipo de piel grasa, a menudo con consecuencias tales como las espinillas y el acné—. Con la edad, en cambio, la producción de las glándulas sebáceas disminuye y por eso las personas mayores suelen presentar un tipo de piel seca.

Esta división por tipos de la piel es objeto de discusión en los círculos de dermatólogos y cosmetólogos, porque la piel, ya en una sola persona, es muy variable y no puede acomodarse fácilmente a un esquema tan rígido. Por ello, los profesionales prefieren una división basada en la sensibilidad de ésta frente a las radiaciones solares.

 

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