miércoles, 12 de julio de 2017

SALUD, CUERPO Y MENTE VAN UNIDOS. IMPORTANCIA DE LA DIETA Y EL EJERCICIO


Cada vez somos mas los que sabemos que nuestra salud depende en gran parte de nuestro estado mental y nuestra personalidad tienen una influencia sobre nuestra salud física.

Esta es una teoría que se extiende hasta en los círculos ortodoxos ganando adeptos día a día.
 
Por ejemplo, existe lo que se denomina la «personalidad de cáncer». Tales personas dan más de lo que cogen; tienden a ocultar sus emociones y reprimen sus deseos sólo para complacer a los demás. La «personalidad de migraña» está impulsada por la culpa. Estas personas son perfeccionistas, ambiciosas, trabajadoras y muy limpias y ordenadas. La «personalidad del eczema» es hipersensible y, al igual que el tipo cáncer, suele reprimir sus emociones. La «personalidad de ataque cardíaco», por otra parte, es agresiva, impaciente, competitiva y ambiciosa.

El gran psicólogo Carl Jung escribió sobre el «simbolismo de la enfermedad». Según él, la forma que adopta una enfermedad puede ser un reflejo del estado mental. Jung cita ejemplos de náusea sin causa aparente, en la que el paciente está diciendo de forma inconsciente: «esta situación me enferma». Otro paciente con dolores inexplicables en las piernas dice: «no puedo aguantar más».
 
En un sentido más amplio, debemos considerar los efectos de las cuestiones mundiales como el daño al medio ambiente causado por la contaminación del aire, del suelo y del agua; las selvas tropicales que disminuyen rápidamente; las guerras, el hambre y el peligro nuclear...
 
Todas estas cuestiones pueden ser la fuente de una gran confusión emocional para muchas personas. Las presiones de ser pobre, inválido, parado o cualquier otra cosa, pueden provocar sentimientos de frustración, cólera, resentimiento y depresión.
 
Dichos sentimientos provocan casi inevitablemente la enfermedad física.
 
Casi todos nosotros podemos recordar una época en nuestras vidas en que hemos sufrido un estrés emocional y hemos enfermado a causa de ello. Quizá se tratase sólo de un resfriado, o quizá de algo más serio. Muchas personas son más propensas a los accidentes en estas épocas.
 
Antes de seguir adelante, hay que definir lo que queremos decir con estrés. La mayoría de las personas creen que el estrés son las presiones y los problemas externos que les afectan. Los problemas como los plazos, el ruido, las discusiones domésticas, las exigencias excesivas de otras personas sobre nuestro tiempo, etc.

En realidad, el estrés es nuestra reacción personal a aquellas cosas (o personas) «de ahí fuera». Por ejemplo, algunas personas no pueden dormir si hay ruido de tráfico durante la noche; otras apenas lo notan e incluso pueden apreciarlo como un «signo de vida» (¡lo he oído decir más de una vez!). Si bien una persona puede tener un ataque de nervios como resultado de las presiones económicas o el divorcio, otra puede reaccionar de forma muy diferente. Es posible que estén afligidos o preocupados durante un tiempo, pero intentarán mejorar su situación, primero aceptándola y finalmente considerando los contratiempos como un impulso para el cambio y el crecimiento.
 
Si bien una cierta cantidad de estrés puede ser positiva (proporciona energía que nos permite hacer las cosas que queremos), sólo se transforma en un problema si se convierte en una tensión excesiva. Ello significa que empezamos a desarrollar síntomas que pueden provocar la enfermedad. A la inversa, es posible que nuestro estado físico influya sobre nuestro humor, nuestros patrones de conducta y, en los casos extremos, sobre nuestra cordura. Ciertas formas de esquizofrenia, por ejemplo, pueden ser provocadas por alergias a sustancias como el gluten, la cafeína, el alcohol y los aditivos químicos alimentarios. Esto nos lleva a la siguiente fase de la curación del todo: la dieta.

EL CUERPO

«Que la comida sea tu medicina, y la medicina tu comida.»
Hipócrates.
 
La comida es un tema que despierta gran interés; así, muchas discusiones se centran en lo que constituye la «dieta ideal». ¿Es bueno comer carne? ¿Deberíamos ser vegetarianos o incluso vegetarianos estrictos? ¿O acaso el principio macrobiótico es el ideal?

Mi respuesta a tales preguntas es que no existe una dieta ideal adecuada para todo el mundo. Todos nosotros somos muy diferentes y tenemos distintas necesidades.

Independientemente de lo que creamos de la dieta, la única "regla" bien definida es (en mi opinión) que nuestra comida debería estar exenta, en la medida de lo posible, de aditivos y residuos tóxicos de los modernos métodos de cultivo, lo cual no es una tarea fácil en nuestro tiempo.
 
Es posible que sea relativamente fácil comprar harina de cultivo biológico, pero las frutas y las verduras no fumigadas de cultivo biológico son una rareza, salvo que puedas cultivarlas tu mismo. Incluso si pueden comprarse, son caras, y hasta prohibitivas para algunas personas. Lo mejor que podemos hacer de momento, hasta que la "revolución biológica" sea general, es comer alimentos que estén lo más cerca posible de su estado natural, que no estén envasados en latas o paquetes.
 
No está a mi alcance tratar aquí con detalle de la reforma dietética, pero los siguientes pasos describen una dieta completa como recomiendan muchos dietistas conscientes.
 
No tiene en cuenta las alergias provocadas por alimentos (algunas personas son alérgicas al trigo, por ejemplo), o si tu deseas evitar todos los alimentos de origen animal (vegetariano estricto) o si  prefieres no comer carne o pescado. Sin embargo, debería servir como una guía útil que puede adaptarse a las necesidades individuales.
 
Intenta alterar tu dieta gradualmente a lo largo de un período de seis meses. Los cambios drásticos de la noche a la mañana provocarán sin duda trastornos digestivos. Para aquellos que deseen profundizar más, les sugiero los siguientes puntos:

1. Compra alimentos de cultivo biológico si puedes, pero no te inquiete si te es imposible (ello sólo le causará estrés).
 
2. Come pan integral y otros alimentos ricos en fibras como judías secas, lentejas, nueces, avena, arroz integral y otros cereales integrales.
 
3. Come mucha fruta y verdura fresca; preferiblemente no peladas, bien limpias y crudas en ensaladas o ligeramente cocidas.
 
4. Reduce todas las grasas, en especial las grasas de animales, especialmente el tocino, el sebo, la nata y los quesos grasos. Utiliza cantidades moderadas de aceites vegetales prensados en frío, como el aceite de oliva virgen, el de sésamo y el de girasol.
 
5. Endulza tu comida con un poco de miel, o más generosamente con frutos secos como dátiles, higos, pasas de corinto o pasas de Esmirna.
 
6. Reduce la sal y utilice más hierbas para sazonar su comida.
 
7. Si te es posible, compra huevos biológicos.
 
8. Si deseas comer carne roja, hazlo sólo una vez a la semana. En lugar de ello, come más pescado, especialmente el pescado graso como la caballa.
 
9. Reduce la leche. Intenta utilizar leche desnatada o semidesnatada, o sustituye la leche de vaca por leche de soja.

10. Intenta evitar los alimentos procesados en latas y paquetes, especialmente aquellos que están cargados de aditivos químicos. Estos alimentos deberían comerse solo de vez en cuando; y no deberían constituir la base de tu dieta.
 
11. Bebe mucha agua (embotellada o filtrada), infusiones, zumos de frutas diluidos, y sólo una o dos tazas de té o café al día, si no puedes pasarte sin ellos.
 
12. Come lentamente en un ambiente alegre y, sobre todo, disfruta de tu comida.

EL MOVIMIENTO

El cuerpo humano está diseñado para moverse. A diferencia de una máquina que se estropea con el uso, nos hacemos más fuertes, más flexibles y envejecemos más lentamente si utilizamos con frecuencia cada músculo y articulación.

Cuando vivíamos una vida más simple, andábamos, nadábamos, nos estirábamos y escalábamos casi todos los días de nuestras vidas. No hacíamos «ejercicio» de forma consciente, ni necesitábamos un ejercicio complementario para mantener en forma nuestro cuerpo.

En relación con el estrés, el ejercicio regular incrementa la circulación, que a su vez incrementa los niveles de oxígeno en la sangre y activa el sistema hormonal (las glándulas endocrinas). Ello tiene un claro efecto positivo en nuestro estado de ánimo.

Cualquiera que haya practicado recientemente una u otra forma de ejercicio, podrá explicar que ha mejorado la energía y la concentración mental, la capacidad para dormir más profundamente y una sensación de bienestar. El movimiento natural que constituye un placer más que una tarea, es infinitamente superior a los ejercicios con pesas realizados en casa, o los ejercicios que son tan agotadores que causan dolores de los pies a la cabeza.

El footing no es una forma de ejercicio especialmente buena (sobre todo en los pavimentos de las ciudades); ese tipo de esfuerzo puede ser perjudicial para la parte inferior de la espalda y causar daños a las rodillas.

Por qué no practicar la natación, bicicleta, la danza, andar por el campo o remar, ir en piragua o escalar colinas, o hacer cualquier cosa que te guste, siempre y cuando utilices tu cuerpo con eficacia.

Si eres mayor, si eres minusválido o si estás demasiado enfermo como para realizar un ejercicio vigoroso, no te desesperes: el masaje de aromaterapia regular y/o el cepillado en seco de la piel puede ser casi tan beneficioso como el ejercicio.



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