sábado, 25 de agosto de 2018

LA PAZ INTERIOR ES CLAVE EN LA RECUPERACIÓN DE LA ENFERMEDAD


La paz interior: la comunicación con el sistema de recuperación.

En la actualidad muchos científicos creen que no se debería hablar de un sistema nervioso central, un sistema endocrino y un sistema inmunitario, sino más bien de un único sistema de recuperación que constituye una especie de superinteligencia que hay dentro de nosotros.


Así como ese sistema de recuperación puede ser movilizado por aquellas creencias que afirman el yo, las que lo niegan (lo mismo que las pautas emocionales represivas) pueden producir el efecto contrario. Como decía Woody Allen en una de sus películas:

- Yo soy incapaz de expresar el enojo. Lo interiorizo y me fabrico un tumor.

Interiorizar es exactamente lo que no queremos hacer. Cuando alguien nos pregunta cómo estamos y le respondemos que bien, aunque ese día nos sintamos muy mal, eso es interiorizar. Este tipo de comportamiento me parece tan inquietante como cuando se piden voluntarios que quieran meterse por la cabeza una bolsa opaca y a prueba de ruidos, atársela en los tobillos y salir a dar una vuelta por la calle, responden todos:

- Podríamos matarnos si hacemos eso.

Exactamente.



Eso es lo que quiero señalar, que así como los ojos y los oídos y el resto de nuestros cinco sentidos están ahí para protegemos del mundo, también tenemos un sexto sentido, nuestro sistema de recuperación, creado para cicatrizar heridas y para protegernos de la invasión de bacterias, virus y enfermedades. Pero si negamos nuestras necesidades y no pedimos ayuda, estamos cubriendo con una bolsa nuestra sistema de recuperación.

El mensaje que le enviamos cuando nos ponemos esa máscara es que no queremos recuperarnos, y el resultado es que el cuerpo coopera ayudándonos a morir. Entonces, no «intentemos» ser positivos, porque eso no es más que representar, ponerse una máscara, y es un esfuerzo inútil. Nuestro objetivo es la paz interior, que comunicará al sistema de recuperación un mensaje realmente «viviente».

Hay muchas técnicas para lograr la paz interior y apaciguar la mente, y entre ellas se cuentan la sugestión hipnótica, la biorrealimentación, las técnicas de relajación, la visualización, el yoga y otras técnicas que permiten alterar la conciencia. (Sandra Levy nos recordaría que también está la alegría, David McClelland nos hablaría del amor y de la trascendencia del yo).

La eficacia de estas técnicas se puede medir empíricamente; las personas que las usan se sienten mejor. Y con el instrumental nuevo, y extraordinariamente complejo, de la biología molecular, algunos de sus efectos se pueden medir, en la actualidad, también en el nivel celular.

Aunque el mecanismo exacto de la respuesta de recuperación está aún por precisar, todas estas técnicas tienen como objetivo crear la comunicación y la unidad entre cuerpo y mente. Las funciones corporales que consideramos automáticas están sometidas al control de la mente.

Las técnicas de relajación, por ejemplo, se pueden usar para disminuir la presión sanguínea, para hacer más lentos los ritmos cardíaco y respiratorio, y para reducir la tensión muscular. Diversos estudios han demostrado que la relajación y las técnicas relacionadas con ella pueden ser útiles para combatir los efectos negativos que un estrés prolongado produce sobre los componentes del sistema inmunitario. Un sistema inmunitario alterado puede afectarlo todo: desde la susceptibilidad a los resfriados hasta la capacidad de destruir células cancerosas o virus como el del sida, y también puede ser un factor adverso en el asma, las alergias, la diabetes, la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y otras enfermedades en las cuales el cuerpo se ataca a sí mismo.


Joan Borysenko, bióloga celular y psicóloga que ha dirigido la sección Mente-Cuerpo del Deaconess Hospital de Nueva Inglaterra, se ha referido a las propiedades de la relajación en su libro Minding the body, mending the mind (La salud física a través de la salud mental, Deusto, Bilbao, 1989). Entre éstas se incluye su capacidad para ayudar a los diabéticos a disminuir su necesidad de insulina. Sabemos de una paciente que mediante la relajación consiguió eliminar completamente su necesidad de insulina.

La relajación es una técnica cuya eficacia ha logrado un reconocimiento tal que actualmente, en los Estados Unidos, algunos hospitales emiten, por circuito cerrado de televisión, programas de relajación para que los pacientes los practiquen en sus habitaciones. La lista de enfermedades en las que influye, en sentido positivo, la relajación, no cabría en esta página.

La psicoterapia y otras técnicas que hacen aflorar a la conciencia material emocional reprimido también pueden sanar, tanto en el sentido psicológico como en el físico, ayudándonos a alcanzar la paz interior. Una serie de interesantes estudios realizados por el psicólogo James Pennebaker en la Universidad Metodista del Sur demostró que la función inmunitaria era mejor en las personas que confiaban sus experiencias traumáticas a un diario que en aquellas que no lo hacían. Pennebaker y Janice Kiecolt-Glaser pidieron a veinticinco personas que anotaran los detalles de las experiencias vitales que las hubieran perturbado y describieran lo que sentían al respecto. Un grupo de control formado también por veinticinco personas escribió solamente sobre temas superficiales. Los análisis de sangre mostraron una mejoría sorprendente de la función inmunitaria entre los pacientes que expresaban sus sentimientos (también hicieron menos visitas al médico), pero ninguna mejoría en el grupo de control.

Seis meses después del experimento, se seguían comprobando efectos positivos sobre la salud de los individuos del primer grupo. Al concentrarse en acontecimientos que la mayoría de la gente procura olvidar lo más pronto posible, estas personas se permitieron expresar sus sentimientos, y con ello dieron a su cuerpo un mensaje ‹,vital». Creo, además, que el acto de escribir lo sucedido les permitió repensarse los acontecimientos. En otras palabras, los sujetos se entregaron a una forma simple de reaprendizaje cognoscitivo, en que los acontecimientos, como tales, seguían siendo los mismos, pero habían perdido su poder destructivo.

A lo que volvemos una y otra vez es a que, por más incuestionable que sea que el medio y los genes desempeñan un importante papel en nuestra vulnerabilidad al cáncer y a otras enfermedades, el ambiente emocional que creamos en el interior de nuestro cuerpo puede activar tanto mecanismos de destrucción como de reparación. Por eso dos personas que hayan crecido en el mismo ambiente, aun cuando tengan los mismos genes, como sucede con los gemelos, no tienen necesariamente la misma enfermedad al mismo tiempo.


Un hombre afectado de cáncer de 59 años y que hacía unos treinta años que su hermano gemelo había muerto de la misma enfermedad contó que hasta hacía poco tiempo, él había sido siempre una persona activa y feliz, pero que acababa de pasar por un año de depresión y desesperación, durante el cual había querido morir. En cambio su hermano había sido siempre desdichado. A veces no se trata tanto de que la enfermedad nos ataque como de que nosotros seamos susceptibles a la enfermedad.

Las técnicas de acción sobre la mente pueden hacernos menos susceptibles a la enfermedad, o más capaces de hacerla retroceder si estamos ya enfermos. Al ayudarnos a lograr la paz interior, nos dan acceso al sistema de recuperación de nuestro cuerpo. Se necesita más agotamiento y más toxinas para matar a alguien que sabe lo que es la paz interior y que ama la vida.


 

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