Tener una piel suave y cuidada es un antiguo ideal de belleza. Ya Cleopatra aspiraba a él y se bañaba en leche de burra. Según se cuenta su piel se conservaba fresca y suave. El ideal sigue siendo todavía el mismo de hace miles de años.
La mayoría de mujeres y hombres tratan de detener el proceso natural del envejecimiento por medio de los cosméticos. La industria cosmética lo fomenta mucho con gran éxito para sus ingresos, ya que el consumidor gasta anualmente en cosméticos una imponente suma de dinero. Sin embargo, contra el envejecimiento de la piel aún no se ha encontrado ningún producto.
Naturalmente nada hay que objetar a la necesidad de tener un aspecto bello y cuidado, pero demasiadas veces se olvida, al cuidar la piel, que la belleza no viene de fuera. Más bien una alimentación sana, el deporte y un enfoque positivo de la vida son la mejor receta para tener una piel hermosa. Pero en nuestros tiempos ya no basta un modo sano de vivir.
La piel, como cubierta externa del cuerpo, está expuesta a ataques especiales. Las sustancias perjudiciales del aire influyen en ella, y el sol, con sus efectos dañinos, es un factor de riesgo cada vez mayor, prescindiendo de otros factores naturales de tensión para la piel, como el calor y el viento. La piel debe ser protegida de la influencias de estos elementos. Sin embargo, esta protección no tiene que conseguirse comprando los caros productos que se nos anuncian, sino que podemos obtenerla, según lo demuestran los resultados de numerosos ensayos con las cremas o aceites preparados por nosotros mismos.
No obstante, la piel no es sólo un órgano protector contra la desecación y otras influencias externas, sino también un órgano metabólico. Elimina con el sudor sales e impurezas y, a través de las glándulas sebáceas, grasa. Las glándulas sudoríparas regulan también la temperatura corporal. La piel funciona asimismo como un órgano de los sentidos.
Estructura de la piel
La piel, con una superficie total de 1,3-1,7 metros cuadrados, es el órgano más extenso del hombre y consta de tres capas o estratos bien diferenciados:
- 1. epidermis
- 2. dermis (corion)
- 3. hipodermis (subcutis)
La piel de las diversas partes del cuerpo muestra un grosor variable; en la palma de la mano y en la del pie, este grosor es de 2 a 4 mm, y en el medio de casi 2 mm.