Coco rallado, coco fresco, agua de coco, leche de coco, aceite de coco... cada vez son más las aplicaciones de esta fruta que siempre se ha considerado que "engordaba" por la gran cantidad de grasas que posee, pero si sigues leyendo comprobarás por las últimas investigaciones que no es así y que incluso puede ayudarte a reducir las grasas que acumulas en tu cintura a parte de mostrar otros muchos beneficios para tu salud.
Cuando hablamos del «coco» podemos estar refiriéndonos a un árbol, una fruta, un dulce o una especia. Como especia, el coco es la pulpa rallada y seca del fruto de la majestuosa palmera que crece silvestre en las zonas tropicales y subtropicales del mundo. Si bien los nativos de estas regiones suelen usarlo en recetas saladas, nosotros lo asociamos a deliciosos dulces (y todas las calorías que nos aportan), un hábito dietético que podría ser responsable de la creencia generalizada de que el coco es perjudicial para la salud.
Lo cierto es que el coco presenta un alto contenido en grasas, concretamente un 82 por ciento, de las cuales un 76 por ciento son grasas saturadas, es decir, el tipo de grasas de las que suele aconsejarse minimizar su consumo debido a que pueden obstruir las arterias. Y he aquí la sorpresa: ¡es precisamente la grasa saturada la que convierte al coco en una superespecia!, por la sencilla razón de que la grasa saturada del coco no es igual que la grasa saturada de la carne o la leche. En efecto, las grasas saturadas del coco se denominan triglicéridos de cadena media (TCM).
Para comprender por qué este dato es importante, echemos un vistazo al mundo de las grasas.