Como la lámpara maravillosa de Aladino, las lámparas aromáticas nos conducen a un mundo mágico, el de las estancias o habitaciones perfumadas.
Quien deseé introducirse en el mundo de los aceites esenciales podría empezar con experimentos muy sencillos, para los que no se precisa de ningún accesorio ni utensilio, salvo el frasquito con la esencia. Incluso puede resultar aún más fácil: verted unas gotas de esencia en un algodón y dejadlo sobre el radiador o la estufa. El aire caliente, al ascender, esparce poco a poco el perfume por toda la habitación. Con este método, la esencia, que es volátil, se evapora rápidamente y, si no se añade una nueva porción de esencia al algodón, quedará tan sólo un tenue hálito de perfume en la habitación. Para ocultar el algodón, que no resulta muy estético, en el comercio se venden unas "esferas aromáticas" de porcelana. En ellas se introduce el algodón, y el aroma sale por los pequeños orificios que presenta.
Es muy fácil llenar una habitación con el aroma de una mezcla especiada y estimulante compuesta de esencias de pino, tomillo, espliego, eucalipto, alcanfor y romero. Este aroma brotará de una escudilla plana llena de agua en la que se habrán vertido únicamente dos gotas de la mezcla de esencias. Si hace mucho calor, el agua de la escudilla se evaporará con relativa rapidez y arrastra consigo las moléculas aromáticas, que se dispersan entonces por toda la habitación e incluso por toda la casa. Es ésta una de las oportunidades más fáciles para disfrutar del aroma de las esencias.
Lámparas aromáticas
Quien se dé por satisfecho durante unos meses con estos métodos tan sencillos y no del todo satisfactorios acabará comprándose una lámpara aromática de cerámica. ¡A algunos les puede parecer algo tan parecido a la lámpara maravillosa de Aladino! Aunque no llegue realmente a hechizarnos, abre nuevos ámbitos a todos los que se ven envueltos por la nube de aromas y tal vez (si cerramos los ojos) nos arrebata introduciéndonos en un mundo mágico.