Este tipo de meditación del que vamos a hablar ahora se conoce por el nombre de Meditación Pensativa.
Muchos expertos en este campo, creen que esta forma activa de meditación es más adecuada para la mente occidental.
Muchos enfoques orientales son pasivos en cuanto que tienen como objetivo vaciar la mente, o ayudarnos a alcanzar el estado en que nos convertimos en observadores de nuestros pensamientos, como si de algún modo estuviésemos separados de ellos. La meditación pensativa, en cambio, implica pensar sobre un determinado tema, pensamiento o palabra. Es en realidad la forma más simple de meditación y se adapta mejor a los principiantes.
La meditación debería realizarse durante quince a veinte minutos diarios, preferiblemente a primera hora de la mañana. Sin embargo, con tan sólo dos o tres sesiones semanales se conseguirá reducir el estrés, mejorar la concentración, y estimular la creatividad y la inspiración.
La paloma
La paloma
1. Siéntate cómodamente en una habitación tranquila o en un jardín, si lo prefieres. Si estás acostumbrado, puedes adoptar la posición con las piernas cruzadas, de otro modo siéntate en una silla de respaldo recto con los pies apoyados firmemente en el suelo y las manos descansando sueltas, en tu regazo.
2. Cierra los ojos. Vacía tus pulmones y respira profundamente por la nariz. No fuerces, simplemente se consciente de tu respiración mientras entra y sale.
2. Cierra los ojos. Vacía tus pulmones y respira profundamente por la nariz. No fuerces, simplemente se consciente de tu respiración mientras entra y sale.
3. Concéntrate en tus pies; relájalos, concéntrate en la relajación de tus pies. A continuación pasa a cada parte de tu cuerpo, relajándolas una por una: pantorrillas, rodillas, muslos, caderas, abdomen y pecho; manos, brazos, hombros, cuello, cara, ojos y frente, incluso la lengua y el cuero cabelludo.
4. Imagina que estás dentro de una esfera de luz: tu aura.