Es muy importante a la hora de elegir las esencias que vayamos a utilizar, comprobar la calidad de estas. Si las vamos a utilizar en contacto con nuestra piel, aunque sean diluidas, lo primero es hacer una prueba de alergia. Hay esencias que se venden en establecimientos muy baratos que no es solo que sean falsas, es que además la calidad de los productos base es tan baja que pueden producir incluso quemaduras. Las esencias aunque sean para quemar en lámparas aromáticas deben ser de buena calidad para que no produzcan intoxicaciones u otro tipo de efectos no deseados. La condición de una sustancia aromática no es siempre la misma. Varía según el origen, el hábitat y las circunstancias a lo largo del año.
La albahaca procedente del norte de África y de Norteamérica presenta un elevado contenido de metilcavicol y de linalol, mientras que el tipo exótico, de las islas Reunión, las Comores, las Seychelles y Java, contiene de un 80 a un 90 % de metilcavicol y sólo vestigios de linalol. Estas diferencias de componentes debidas a una localización distinta puede servirnos también como prueba.
No existe ningún aspecto insignificante, pues, por desgracia, se venden como si fueran valiosas y caras esencias naturales esencias de menos valor, adulteradas o incluso sintéticas.
Un fraude conocido, ya casi clásico, se practica con la esencia de rosas. Esta cara esencia, cuyo elevado precio está justificado por su bajo rendimiento, suele sustituirse en la industria cosmética por el geranio de rosa, cuyo aceite esencial tiene un olor muy parecido.
Desafortunadamente, el comprador de aceites esenciales no tiene la posibilidad de averiguar por sí mismo si los productos son verdaderos, están adulterados o han sido falsificados. (El análisis se realiza con métodos químicos o con cromatografía de gas.) Por eso, como consumidores debemos preguntar con insistencia sobre el origen y la calidad.