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domingo, 16 de septiembre de 2018

CONTAMINACIÓN AMBIENTAL Y TABACO


Si usted vive o trabaja en una ciudad moderna, la mayor parte de su conducción la realizará en medio de un denso Tráfico. Los atascos suponen una doble carga para el sistema inmunológico; por una parte, logran crispar los nervios y, por otra, no tenemos más remedio que respirar el aire cargado de óxido nítrico, ozono y otras sustancias tóxicas.
 
De hecho, la contaminación por plomo continua siendo un serio problema ambiental a pesar de que una gran parte de la población ya utiliza gasolina sin plomo y se están invirtiendo millones de dólares para paliarla.
 
El humo de los coches es muy irritante, pero además causa sensibilidad a los alérgenos y aumenta la producción citoquinas, que contribuyen a la aparición de condiciones inflamatorias crónicas, trastornos del sistema inmunológico, arterioesclerosis y cáncer.

miércoles, 12 de julio de 2017

PELIGRO: LOS TOXICOS DE NUESTROS DIAS


El tabaco, el alcohol, las drogas, el abuso de fármacos, el café y otros excitantes, la contaminación, los aditivos alimentarios... Todo ello somete al hombre de hoy a una constante "invasión de tóxicos" que constituye uno de los mayores enemigos de la salud y el bienestar.

Uno de los más altos precios que el hombre ha pagado (está pagando) a cambio del progreso es la creciente acumulación de elementos tóxicos en su entorno vital.
 
Por una parte, está el deterioro del medio ambiente, tantas veces denunciado por los movimientos ecologistas en los últimos años. Los residuos que nuestra sociedad industrial vierte en la naturaleza vuelven a nosotros en forma de toxinas que respiramos e ingerimos con los alimentos.
 
Por otra parte, el carácter eminentemente comercial de nuestra sociedad lleva a fomentar el consumo de esas mercancías primordiales que son los alimentos y a obtener de ellos el máximo beneficio, sin demasiados escrúpulos por lo que respecta a la salud del consumidor. Una legión de edulcorantes, conservantes, etc., "sobrecontaminan" hoy muchos alimentos, como si no fuera suficiente con la contaminación "accidental" debida al deterioro del medio ambiente. En parte ese mismo consumismo, y en parte la tensión característica de la vida actual, motivan también el paradójico fenómeno de la ingestión deliberada de toxinas:
 
Millones de personas en todo el mundo fuman y beben no a pesar de los efectos intoxicantes del tabaco y el alcohol, sino precisamente por los estímulos o sensaciones que reciben al intoxicarse. Contra los dos primeros frentes del ejército de las toxinas (contaminación y manipulación industrial de los alimentos) podemos hacer bastante.
 
Contra el tercero (autointoxicación deliberada), podemos hacerlo absolutamente todo. Todo depende de uno mismo, y tal vez por eso la batalla sea más difícil.
 
El consumo de sustancias de acción euforizante, tranquilizante o que produzcan cualquier otra alteración en el estado de ánimo, es tan antiguo como la humanidad. El hombre ha fermentado todo tipo de vegetales para obtener bebidas alcohólicas.
 
- Los romanos comían semillas de amapola (de una de cuyas variedades se obtiene el opio) mezcladas con miel.
 
- El café y el tabaco empezaron a difundirse en el siglo XVI hasta invadir el mundo entero.
 
El consumo de estos productos ha experimentado un enorme incremento en las últimas décadas, debido a las mayores posibilidades de difusión, al aumento de la tensión psíquica en los núcleos urbanos y al exacerbado fomento del consumo por parte de una publicidad sin escrúpulos. Algunos de ellos, de una acción nociva muy evidente, crean dependencia y pueden producir, a medio o largo plazo, daños irreparables en el organismo.
 
Gracias a las diversas campañas de antitabaquismo que se han llevado a cabo en diversos países y a la gran difusión de la información sobre el tema, es un hecho de todos conocido que el tabaco es la base de enfermedades tan graves como el cáncer broncopulmonar, el cáncer de lengua y de garganta, el enfisema pulmonar y, sobre todo, diversos trastornos cardiovasculares. Como dice G. Faivre en su obra Tabaco y afecciones cardiovasculares, "la muerte súbita por accidente cardíaco es cuatro veces más frecuente entre los fumadores que entre los no fumadores".