domingo, 19 de febrero de 2017

ESENCIAS PARA PERFUMAR EL AMBIENTE


Como la lámpara maravillosa de Aladino, las lámparas aromáticas nos conducen a un mundo mágico, el de las estancias o habitaciones perfumadas.

Quien deseé introducirse en el mundo de los aceites esenciales podría empezar con experimentos muy sencillos, para los que no se precisa de ningún accesorio ni utensilio, salvo el frasquito con la esencia. Incluso puede resultar aún más fácil: verted unas gotas de esencia en un algodón y dejadlo sobre el radiador o la estufa. El aire caliente, al ascender, esparce poco a poco el perfume por toda la habitación. Con este método, la esencia, que es volátil, se evapora rápidamente y, si no se añade una nueva porción de esencia al algodón, quedará tan sólo un tenue hálito de perfume en la habitación. Para ocultar el algodón, que no resulta muy estético, en el comercio se venden unas "esferas aromáticas" de porcelana. En ellas se introduce el algodón, y el aroma sale por los pequeños orificios que presenta.

Es muy fácil llenar una habitación con el aroma de una mezcla especiada y estimulante compuesta de esencias de pino, tomillo, espliego, eucalipto, alcanfor y romero. Este aroma brotará de una escudilla plana llena de agua en la que se habrán vertido únicamente dos gotas de la mezcla de esencias. Si hace mucho calor, el agua de la escudilla se  evaporará con relativa rapidez y arrastra consigo las moléculas aromáticas, que se dispersan entonces por toda la habitación e incluso por toda la casa. Es ésta una de las oportunidades más fáciles para disfrutar del aroma de las esencias.

Lámparas aromáticas

Quien se dé por satisfecho durante unos meses con estos métodos tan sencillos y no del todo satisfactorios acabará comprándose una lámpara aromática de cerámica. ¡A algunos les puede parecer algo tan parecido a la lámpara maravillosa de Aladino! Aunque no llegue realmente a hechizarnos, abre nuevos ámbitos a todos los que se ven envueltos por la nube de aromas y tal vez (si cerramos los ojos) nos arrebata introduciéndonos en un mundo mágico.
 

El principio de la lámpara aromática es muy simple. Está hecha de cerámica, porcelana o alabastro y es comparable a un hornillo, con la única diferencia de que no se abre por arriba, sino que está tapada por un cuenco. En dicho cuenco se pone el agua, se enciende la vela situada en la parte inferior y, en cuanto el agua se ha calentado, se vierte en ella unas gotas de esencia (5-10). Al ascender el vapor de agua arrastra consigo las gotitas de esencia, y el aroma se extiende cada vez más con el aire que circula por la habitación. Entonces se huele el fresco aroma de la cidronela o del limón, o el pesado aroma de la rosa o la esclarea. Estos aromas no son tan sólo incomparables, sino que además influyen en el organismo.

Los aromas frescos animan, los pesados equilibran y sensibilizan y otros, como el espliego, nos tranquilizan y relajan. Incluso los malos olores del humo de la cocina o del tabaco desaparecen ante esencias especiadas como la cidronela, el geranio de rosa o la esclarea. Por lo demás también las esencias se "volatilizan" rápidamente de la lámpara aromática. No se mezclan con el agua, sino que flotan sobre ella como gotas aisladas y se evaporan con mayor o menor rapidez, según la velocidad de evaporación de cada esencia.

Así pues, el que quiera disfrutar largo rato de un aroma debe ir añadiendo más esencia. Se puede reducir la velocidad de evaporación con un pequeño truco: poniendo mitad de esencia y mitad de alcohol de 95 (espíritu de vino). Al contrario que con el agua, las esencias se disuelven en el alcohol.

En principio, incluso esencias viscosas y de aroma exótico como el pachulí, el sándalo y el vetiver deben rebajarse con alcohol si se utilizan en la lámpara. En el mercado se venden ya mezclas especiales de alcohol y esencias para las lámparas aromáticas.

La lámpara aromática crea con la luz de la vela una atmósfera romántica dentro de la habitación. No resultan tan románticas, en cambio, las lámparas aromáticas eléctricas, en las que la fuente de calor es una bombilla. Sin embargo, estas lámparas tienen la ventaja de que las esencias se dosifican con exactitud mediante un regulador graduado. Asimismo pueden quedarse encendidas sin tener que vigilarlas, lo cual, de no hacerlo, sería peligroso con la vela.


Quien desee ahuyentar insectos con la lámpara o dormir percibiendo el aroma calmante de la tos del tomillo debe comprarse sin falta una lámpara aromática eléctrica, que puede regularse según el tamaño de la habitación o la intensidad deseada. Incluso sirviéndose de los aceites esenciales de un modo tan inocuo como éste hay que evitar la sobredosificación, especialmente si la lámpara ha de estar en el cuarto de los niños ya que la sobredosificación podía provocar irritación de las mucosas.

Considero que es muy importante utilizar las esencias en el momento oportuno y, por lo tanto, no hay que poner en la lámpara esencia de romero o de petit grain por la noche, pues nos podría costar unas cuantas horas de sueño. En los modelos modernos de lámparas aromáticas de baja tensión no puede haber peligro de sobredosificación.



 

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