Las personas, al igual que los animales, segregan unas sustancias denominadas feromonas que son responsables de su propio olor corporal.
No hay dos personas que huelan exactamente igual, aunque hay similitudes entre las razas. Ello se puede deber en especial al tipo de alimentos que comemos. Por ejemplo, las personas que prefieren los alimentos muy condimentados, prefieren también las esencias fuertes, penetrantes como el pachulí y el jengibre. Los consumidores de alimentos lácteos prefieren las fragancias florales.
La preferencia de aromas se ve muy influida por nuestro olor corporal. Las emociones, la enfermedad, la píldora (y otros medicamentos), así como los cambios hormonales como la pubertad, el embarazo y la menopausia influyen en el olor corporal y en nuestras preferencias de aroma. Ello explica por qué el mismo perfume huele diferente para cada persona y por qué perdemos el gusto por ciertos aceites esenciales y empezamos a disfrutar de otros que antes nos eran desagradables.
Al envejecer, nuestros cuerpos segregan diferentes feromonas, y por consiguiente un perfume favorito de nuestra juventud puede parecemos totalmente repugnante en nuestra madurez.
Siguiendo con el tema del olor corporal, durante el siglo XVI, la valeriana era un popular perfume. Para la nariz moderna, apesta. Sin embargo, seguramente combinaba muy bien con las secreciones (¿excreciones?) corporales de los cuerpos raras veces lavados de aquella época.
El condicionamiento del aroma o la «moda» también puede desempeñar un papel en las preferencias. Es una pena porque este tipo de «lavado de cerebro» inhibe la expresión personal y al mismo tiempo impide cualquier efecto beneficioso de los aceites esenciales sobre la mente y el cuerpo (pues podemos «bloquear» el efecto).
Siguiendo con el tema del olor corporal, durante el siglo XVI, la valeriana era un popular perfume. Para la nariz moderna, apesta. Sin embargo, seguramente combinaba muy bien con las secreciones (¿excreciones?) corporales de los cuerpos raras veces lavados de aquella época.
El condicionamiento del aroma o la «moda» también puede desempeñar un papel en las preferencias. Es una pena porque este tipo de «lavado de cerebro» inhibe la expresión personal y al mismo tiempo impide cualquier efecto beneficioso de los aceites esenciales sobre la mente y el cuerpo (pues podemos «bloquear» el efecto).
Es cierto que los aceites esenciales no huelen como las fórmulas comerciales, altamente sintéticas; pero una vez que se haya habituado a los aceites naturales y haya entrado en el aura curativa de los aceites esenciales, nunca más se dejará seducir por los encantos del último «Henry», ni ansiará una dosis de «Venom» y ni siquiera se sentirá atraído por una «Evening in Paradise».
En la aromaterapia, el axioma es:
"Déjese guiar siempre por su preferencia de aroma".
Instrínsecamente nos sentimos atraídos por el aceite esencial que es bueno para nuestras necesidades físicas y emocionales en ese momento. La Naturaleza es sabia y esta es una realidad ineludible.
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