domingo, 19 de agosto de 2018

ANTIOXIDANTES PARA RETRASAR EL ENVEJECIMIENTO Y EL DETERIORO CORPORAL


Cuando el cuerpo transforma el oxígeno en energía, se genera una serie de productos residuales. Cuando quemamos madera, se produce calor, y el producto residual sería el humo. Cuando el cuerpo quema el oxígeno, produce energía y productos residuales llamados compuestos de oxígeno reactivo o COR, como los llamaremos a partir de ahora.
 
Se trata de radicales libres peligrosos: son oxidantes que causan daños oxidativos en las células. Es la naturaleza reactiva de estos productos lo que los convierte en productos tóxicos. En química le enseñaron que los átomos están compuestos de neutrones, protones y electrones y que estos últimos tienen tendencia a unirse en parejas. En los compuestos de oxígeno reactivo, existe un electrón sin pareja orbitando alrededor del átomo. No le agrada estar solo, así que trata de robar otro electrón o incluso todo un átomo de hidrógeno, con el fin de formar un enlace. Por desgracia, el radical libre obtiene ese otro electrón de las sustancias que forman nuestro organismo y, en el proceso, crean un pequeño agujero en la pared celular, cambian la química de las mitocondrias celulares (la fuente energética de las células) o arrebatan un trocito de ADN al núcleo.
 
Cuando multiplicamos esos daños diminutos por los millones de radicales libres que crea el organismo cada segundo, es fácil declarar al cuerpo «zona catastrófica». Literalmente, los COR provocan que su cuerpo se descomponga y oxide. Y ahí es donde entran en juego los antioxidantes. Se encargan de eliminar radicales libres antes de que causen estragos. Cuando ya se han producido daños, se ocupan en corregir el problema.
 
En unos casos, el antioxidante da al COR un electrón para estabilizarlo; en otras, lo neutraliza combinándose con él para formar otro compuesto distinto que sea estable. Si su cuerpo posee suficientes antioxidantes (los buenos), estos ganarán la batalla y usted permanecerá sano. Si no es así, los «malos», los radicales libres, ganarán y le causarán una larga lista de enfermedades.
 
El proceso no es tan extraño como suena. Lo vemos a cada momento a nuestro alrededor. ¿Ha cortado alguna vez un plátano o una manzana para echarla en la ensalada? ¿Qué les sucede al estar expuestos al aire un rato? Se vuelven marrones. Eso es la oxidación: los radicales libres en acción. Se comen las paredes de la célula y liberan fluidos celulares, para después atacar a otras células, y así se forma esa capa marrón en la superficie de la fruta.
 



¿Qué hace el cocinero para impedirlo y conseguir que la ensalada permanezca fresca incluso horas después de haber sido cortada? Le echa unas gotas de zumo de limón: vitamina C. Ésta combate el daño oxidativo con un antioxidante. ¿Pero qué son estos antioxidantes?
 
El concepto puede resultarnos confuso porque hablamos de vitaminas, minerales, hormonas, hierbas, sustancias químicas, enzimas, varios tipos de alimentos y a todos los llamamos del mismo modo. Podemos decir que un antioxidante es cualquier sustancia que ayude a combatir el síndrome de oxidación - descomposición provocado por el daño que causan los radicales libres. La mayoría son nutrientes que se encuentran en los alimentos, pero existen algunas excepciones: las hormonas melatonina y DHA, así como algunas enzimas que fabrica el cuerpo. La procedencia de las sustancias no es importante, sino el hecho de que todas ellas ayudan a deshacernos de los radicales libres antes de que nos coman vivos.
 
QUÉ TIPO DE DAÑOS PROVOCAN
LOS RADICALES LIBRES?
 
¡Incontables! Sabemos que las enfermedades degenerativas están relacionadas con daños provocados por radicales libres. Esto significa dolencias como la artritis, las cataratas, la diabetes y cualquier otra por la cual una parte del organismo se deteriora progresivamente. También puede atacar al cerebro y el sistema nervioso central, causando trastornos como el síndrome de DOMA esclerosis múltiple y la enfermedad de Alzheimer. Asimismo, están estrechamente vinculados con los trastornos cardiacos y asociados a todos los tipos de cáncer. También debilitan el sistema inmunológico de diversas maneras.
 
El doctor Richard Passwater es un autor de renombre internacional y un investigador de las técnicas anti-envejecimiento. Desarrolló el concepto de «sinergia biológica de los antioxidantes» para aplicarla a la lucha contra el deterioro producido por la edad avanzada. Su teoría ha resultado acertada. Los antioxidantes, actuando conjuntamente, son la clave de la salud y la longevidad.
 
Los distintos radicales libres tienen preferencias por determinadas partes de la célula. El daño que causen a estas áreas especificas, dará lugar a problemas concretos. Entre éstos, el endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis), que es una de las causas principales de los trastornos cardiacos y de la trombosis. Las grasas que han sido peroxidadas también se vuelven rancias y tóxicas para el cuerpo.

OXIDACIÓN Y ENVEJECIMIENTO

 
Los radicales libres y el envejecimiento están estrechamente relacionados. Más de 80 enfermedades relacionadas con la tercera edad pueden aliviarse con antioxidantes que neutralicen las partículas oxidantes. Esas dolencias que los médicos continuamos atribuyendo a la vejez, tienen poco que ver con el tiempo, y están más bien directamente relacionadas con la acumulación de daño oxidativo en las células del organismo.
 
De la misma manera que los antibióticos ayudaron a «curar» muchas enfermedades infecciosas en los últimos 50 años del siglo XX, los antioxidantes «curarán» muchas de las enfermedades supuestamente incurables y harán más lento el proceso de envejecimiento en el siglo XXI. Esto es una buena noticia, pero pocos han oído hablar de esta revolución. El envejecimiento se puede describir como el proceso vital por el que el número de células sanas en el cuerpo se ve poco a poco, pero continuamente, reducido.

No consiste, como se piensa normalmente, en el deterioro inevitable de las partes que componen el cuerpo, como si éste fuese un coche que aceptase recambios. La acumulación de daños causados a células individuales por todo el organismo produce los problemas que asociamos con el envejecimiento. Cuanto mayor es el número de células afectadas por la oxidación, mayor será la pérdida de células sanas de reserva necesarias para reaccionar ante las situaciones de emergencia. Cuando la crisis llega, no hay fuerzas de apoyo para que el órgano o sistema afectado pueda funcionar con normalidad.
 
A su vez, esto conduce a un desequilibrio en los distintos sistemas orgánicos que, en otras condiciones, trabajarían conjuntamente y en armonía. A medida que se rompe la homeostasis (condición de equilibrio), todos los sistemas empiezan a fallar, como un castillo de cartas ante una bocanada de aire. La enfermedad y la muerte prematura se tornan inevitables. Pero estas perspectivas se pueden evitar si hacemos frente a la carga oxidativa antes de que los problemas surjan. Así pues, no envejecemos día a día, sino célula a célula. Es una buena noticia porque, aunque no podamos parar el reloj, podemos prevenir los estragos que causan los radicales libres a las células del organismo. En algunos casos, podemos incluso invertir el daño celular.
 
A medida que nos adentremos en el tema, observará que muchas de las enfermedades degenerativas son simplemente complicaciones debidas a los daños oxidativos provocados por los radicales libres (oxidación). Pero tenemos opciones respecto a sus efectos: podemos contraatacar.
 
Si bien los daños de la oxidación no pueden minimizarse, el cuerpo cuenta con ciertos mecanismos que le permiten afrontar el problema. El primer dispositivo de defensa contra los radicales libres es un conjunto de enzimas producidas por el organismo que los neutralizan. Son superóxido dismutasa, catalasa y glutation peroxidasa.
 
Además, el organismo utiliza vitaminas, minerales y otras sustancias presentes en los alimentos y hierbas para contrarrestar sus efectos perjudiciales. Las vitaminas A, C y E son excelentes aniquiladores de radicales libres. Otras importantes sustancias antioxidantes que hallamos en los alimentos son: las proantocianidinas, en las semillas de uva; hierbas como el ginkgo biloba y el ajo; quercitina, en calabazas, calabacines y té verde, y licopeno, en tomates.

 
FACTORES OUE INCREMENTAN
LOS RADICALES LIBRES

La producción de radicales libres es absolutamente normal. Está estrechamente vinculada con la respiración. Sin embargo, existen varios factores y circunstancias que aumentan la producción de radicales libres. Por ejemplo:
 
• El estrés, ya sea físico o emocional, hace que respiremos peor y consumamos más energía. El estrés se alimenta del metabolismo anaeróbico, es decir, de la ausencia de oxígeno.
 
• El ozono en la baja atmósfera es un gran productor de superóxidos.
 
• El humo de los coches nos fuerza a respirar monóxido de carbono y ácido hidroclorhídrico en vez de oxígeno.
 
• El humo de los cigarrillos.
 
• Las inflamaciones: cuando el sistema inmunológico está combatiendo a los gérmenes, crea más radicales.
 
• Las irradiaciones alteran las moléculas de maneras sutiles y liberan radicales libres.
 
• La luz solar, que es una forma de radiación.
 
• El agua impura: entre las impurezas que contienen los suministros de agua pública y los agentes químicos que le añaden a para hacerla potable, la mayor parte del agua que corre por nuestros grifos es tóxica.
 
• Alimentos procesados. No es posible obtener nutrientes de los alimentos procesados, así que el cuerpo se ve forzado hacia el metabolismo anaeróbico para intentar extraer algo de ellos.
 
• Metales tóxicos. Los encontramos en la tierra, el agua, el aire y atraen a los radicales libres.

• Los productos químicos industriales. Por lo general, las sustancias químicas creadas por el hombre son perjudiciales.
 
• Las medicinas, incluso aquellas «seguras» prescritas por el médico, modifican la capacidad del cuerpo para metabolizar el oxigeno.

Ahora ya hemos identificado a los «malos» de la película. También he señalado que la batalla no está perdida. Existe una forma de plantar cara al daño oxidativo: sólo tenemos que contar con los «tipos buenos» correctos para que hagan el trabajo por nosotros. Siempre y cuando contemos con suficientes antioxidantes en el organismo  (es decir, siempre y cuando tengamos capacidad para hacer frente a más radicales libres de los que se crean) no sólo disfrutaremos de buena salud, sino de juventud y vitalidad. Sin duda, a medida que envejezcamos, nuestra vista no será tan buena, ni nuestros cuerpos tan flexibles ¿Pero, sabía que, en las naciones industrializadas, el 85% de la población con más de 65 años está crónicamente enferma?
 
Nos apresuramos a aceptar este hecho como parte del envejecimiento y lo consideramos inevitable; ¡pero no lo es! La proximidad a la «edad dorada» es el momento de adaptar dietas sanas que nos aporten la nutrición necesaria, con alimentos ricos en vitaminas A, C y E, caroteno y minerales. Todos ellos son eficaces fitonutrientes que poseen propiedades antioxidantes.
 
Si modificamos nuestros hábitos y estilo de vida podremos alargar el ciclo vital disfrutando de mejor calidad de vida. Claro, hay que trabajar; pero si quiere, usted puede hacerlo... sólo hay que seguir los pasos adecuados.
 
1. Para empezar, la actitud es lo más importante. La mente puede enfermarnos o curarnos. Es muy poderosa. Debe pensar positivamente: no se preocupe y sea feliz. Si sus pensamientos son continuamente negativos, su sistema inmunológico se debilitará y usted enfermará. Recuerde: la mejor línea de defensa es siempre que el sistema inmunológico funcione adecuadamente.

2. Para oxigenar el organismo, es importante hacer ejercicio moderado y regular para aumentar el ritmo cardiaco (andar es muy bueno). Con el ejercicio, los nutrientes y el oxígeno llegan a las células a través del flujo sanguíneo. Recuerde que la enfermedad no puede progresar en un entorno bien oxigenado. Por tanto, andar a marcha rápida todos los días hace milagros: fortalece el corazón y mejora la circulación. También fomenta la movilidad de las articulaciones y mejora nuestra resistencia y fortaleza. Los estiramientos y los paseos ayudan a eliminar del organismo las toxinas y los radicales libres causantes del envejecimiento.
 
3. Para mantenerse óptimamente sano, es muy importante tener una dieta rica en nutrientes y antioxidantes. Los beneficios que nos aportan son muchos: mejor memoria, más energía, actitudes positivas y sensación de bienestar. Si consigue mantener el sistema de defensa del cuerpo en buena forma, podrá mantener a raya las enfermedades degenerativas que acortan la vida. Estos son algunos consejos alimenticios para mantener el envejecimiento a raya:
 
A. Coma mucha fruta, ensaladas y verduras frescas, especialmente de hoja verde, y frutas amarillas y rojas, porque contienen enzimas esenciales. Procure comerlas crudas o poco cocinadas siempre que le sea posible. Los zumos también son muy sanos. Es bueno comer productos cultivados localmente, pero debe saber que determinados suelos presentan deficiencias de minerales, (por ejemplo, de selenio) y, por tanto, algunos productos no contienen todas las vitaminas necesarias. Por tanto, tendrá que complementar su dieta con complejos multivitamínicos y multiminerales. Las frutas y verduras frescas nos aportan la mayoría de las vitaminas y minerales que necesitamos, además de fibra y enzimas, todos ellos fitonutrientes que, al trabajar conjuntamente (en sinergia), potencian sus propiedades curativas. Procure desarrollar el gusto por ellas.
 
B. Los cereales integrales, las semillas, los frutos secos y las legumbres también son ingredientes imprescindibles en una dieta equilibrada. Nos suministran la fibra necesaria para mantener el tracto digestivo regulado. Son fuentes de proteína superiores a la carne y, además, aportan aminoácidos, componentes constituyentes de las proteínas. Si come carne, consuma menos carne roja y asegúrese de que no tiene grasa. El pescado y el pollo son excelentes fuentes de proteínas.
 
C. Incluya en su dieta toda la variedad posible de alimentos.
 
D. Consuma queso, huevos y productos lácteos en cantidades moderadas.
 
E. Para mantener el tracto digestivo sano, debe tomar alimentos que contengan beneficiosa flora bacteriana: por ejemplo, acidophilus lactobacilli. La podemos encontrar en el yogur, chucrút, kéfir y en el queso. Sin ella, la asimilación de nutrientes es imposible y eso causa desnutrición, deterioro del sistema inmunológico y enfermedades degenerativas.
 
F. Beba mucha agua, preferiblemente destilada o que haya pasado por filtros de ósmosis invertida.
 
G. Mantenga el Ph de su cuerpo alcalino mediante el consumo de verduras, frutas, y especialmente, bebidas «verdes». Podrá encontrar todo tipo de «sustancias verdes» en las herboristerías.
 
H. El aceite y la grasa vegetal son mejores que los de origen animal. Elimine las grasas saturadas de origen animal.
 
I. Recuerde que para soportar los duros azotes del mundo contaminado en el cual vivimos es necesario tomar complementos alimentarios. Los suplementos de vitaminas, minerales, hierbas y enzimas le prepararán para combatir el envejecimiento prematuro que resulta de la oxidación.


 

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