Mi predicción es que, en el futuro, las sustancias que producimos naturalmente en nuestro cerebro llegarán a ser la base de muchas terapias. Candace Pert, por ejemplo, ya está usando con resultados sorprendentes el péptido T (el símil, producido por donación en el laboratorio, de una de estas sustancias naturales) en el tratamiento de pacientes con sida.
En la vanguardia de esta nueva ciencia se encuentran aquellos investigadores que están estudiando un grupo de péptidos conocidos como factores de crecimiento, es decir, sustancias que se producen naturalmente en el cuerpo y que ahora se están obteniendo por donación mediante las técnicas de la ingeniería genética.
En una prueba reciente cuya descripción apareció en la revista Omni, David Golde (jefe de hematología y de oncología de la Universidad de California en Los Ángeles) usó un factor de crecimiento conocido como GM-CSF en dieciséis enfermos de sida con un bajo recuento de glóbulos blancos, y declaró que los resultados eran «una revolución en la medicina equiparable a la de los antibióticos». "Observar cómo ascendía el recuento de glóbulos blancos fue lo más emocionante que jamás he hecho en mi labor científica".
Hasta donde yo sé, esta fue la primera vez que se hizo algo así en seres humanos. «Espectacular», comentó David Nathan, de la Escuela Médica de Harvard. «Ha dado en el clavo», se entusiasmó Jerome Groopman, del Deaconess Hospital de Boston. La neurobióloga Rita Levi-Montalcini ganó no sólo el Premio Nobel de medicina sino el Lasker por su descubrimiento del NGF (nerve growth factor) o factor de crecimiento nervioso, que es otra de estas sustancias que se producen naturalmente. Levi-Montalcini ha demostrado que el NGF afecta a las células tanto del sistema inmunitario como del sistema nervioso central, con lo que contribuye a explicar cómo es que la psicología de un individuo puede estar relacionada con la función inmunitaria. «Siempre se ha sabido que las condiciones psicológicas afectan al bienestar de las personas por mediación del sistema inmunitario —dijo a Omni—, pero jamás se había demostrado estructuralmente que hubiera alguna relación. Ahora creemos que el NGF es algo así como un mensajero que los vincula.»
Se tiene la esperanza de que sea posible sintetizar NGF mediante técnicas de ingeniería molecular, para usarlo en el tratamiento de las enfermedades degenerativas del cerebro, como la de Alzheimer, la de Huntington y la de Parkinson. Es probable que dentro de poco los médicos sigan las huellas de los sanadores naturales.
Como dice Barbara Ann Brennan en su libro Hands of light [Manos que curan, Martínez Roca, 19901: «Lo que hace realmente el sanador es inducir al paciente a que se sane él mismo mediante procesos naturales [...]. El cuerpo y el sistema energético se encaminan naturalmente hacia la salud.»
Esto es lo que están descubriendo ahora los científicos a quienes nos referíamos, al trabajar con las sustancias que son los sanadores internos» del propio cuerpo.
A estos mismos sanadores internos se los ha estimulado también para que funcionen en bebés ingresados en establecimientos hospitalarios. Cuando se los asigna a una sección de la nursery en donde, durante diez días, las enfermeras los acarician quince minutos tres veces al día, los recién nacidos prematuros aumentan de peso con una rapidez superior en un cincuenta por ciento a la de los bebés a quienes, estando en la misma nursery, no se acaricia. ¿Por qué?
Hay que recordar que nuestros mecanismos de supervivencia están arraigados en nuestra existencia primitiva. Cuando la leona sale de su cubil, por ejemplo, el cachorro de león se queda quieto, mientras sus procesos metabólicos se desconectan para ayudarle a sobrevivir en ausencia de alimento y de calor. Cuando la madre regresa con comida, lame y acaricia al cachorro, y la reacción de éste es producir hormonas de crecimiento y otros neuropéptidos que le permiten utilizar adecuadamente el alimento. Quizá algún día sea posible crear exactamente la receta emocional adecuada para las necesidades de cada persona.
Hasta entonces tendremos que confiar en el trabajo de los científicos que están reproduciendo por donación las sustancias que se producen en forma natural en nuestro cuerpo, y entretanto, empeñarnos en conseguir que la gente viva de tal manera que sean capaces de crear dentro de sí una mayor cantidad de estas sustancias que favorecen la vida.
Si está usted dispuesto a hacerlo así, puede convertirse en su propio ingeniero genético, porque realmente es verdad que el amor, la risa y la paz interior son fisiológicos.
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