domingo, 12 de agosto de 2018

MEDITACIÓN: VIAJE A LA RENOVACIÓN Y LA SANACIÓN


Tu mismo puedes grabar la siguiente meditación, o pedir a alguna persona amada y de tu confianza que te lea las palabras con voz tranquila y suave.
 
Puedes poner una música de fondo relajante, con el volumen bajo. Donde encuentres la palabra "pausa", deja un momento de silencio en la cinta de entre quince y sesenta segundos o incluso más, según lo que cada uno prefiera y el tiempo que necesites para visualizar bien las imágenes.
 
Es conveniente que cada cual experimente con diferentes voces, músicas y ritmos para encontrar la combinación que le resulte más cómoda y agradable.
 
Recuerda que no hay maneras correctas ni incorrectas de hacer las visualizaciones, y no te conviertas en juez de sí mismo.

Meditación

- Empieza por hacer algunas respiraciones profundas.
 
- Al inhalar, inhala paz.
 
- Al exhalar, exhala los conflictos, los pensamientos, los temores. Llena con ellos un globo y déjalos que se vayan. Y cuando estés listo, levanta la vista y deja que los ojos se te cierren suavemente (si es que aún no se te habían cerrado).
 
- Ahora deja que una ola de paz descienda a través de tu cuerpo. Puedes imaginártela de color si quieres, o repetirte para tus adentros una palabra como «paz» o «relájate».
 

- Afloja la tensión en los músculos de la mandíbula, y también en los del cuello y los hombros.
 
- Me gustaría que intentaras recordar la época en que estabas sentado en el aula, ante uno de aquellos antiguos pupitres de madera que tenían nombres grabados en la superficie; quisiera que evoques el murmullo de los compañeros que te rodeaban, la figura del maestro, que tiza en mano, de pie ante la pizarra, la va cubriendo de palabras y números: las lecciones del día. Cuando el rectángulo oscuro estaba lleno, y terminada la lección, el maestro buscaba un borrador y lo borraba todo. Haz lo mismo ahora. Limpia la pizarra de tu mente; así estarás preparado para otras lecciones y experiencias nuevas.
 
- Una vez que hayas preparado la pizarra para las imágenes, palabras y lecciones nuevas, iniciaremos un viaje. Tu ya sabes hacia dónde nos encaminamos. Vamos hacia el centro mismo de ninguna parte, a tu rincón del universo, tu lugar especial y propio en el centro de ninguna parte, con sus vívidos colores y texturas, sus aromas y sus sonidos.
 
- Una vez que estés allí, busca un pequeño refugio, un nido donde puedas acurrucarte para descansar. Tómate un momento para absorber la energía de la tierra y del cielo, y date tiempo para sanar. Si en tu mente o en tu cuerpo hay algún problema, visualízate eliminándolo, con cualquier técnica o tratamiento que le parezca bien utilizar. Y ahora, tómate un momento más para ti mismo, aquí, en este lugar tan especial y tan seguro que sólo tu sabes dónde queda.

[Pausa]

- Cuando hayas terminado, me gustaría que vuelvas a seguir mi voz y que te pongas la ropa de trabajo. Vamos a construir un puente desde tu rincón del universo hasta el nuestro, un puente tendido sobre un río, que se conectará con tu propia senda a través del universo. Conque ponte la ropa de trabajo, y estate atento al tejido, el material y la textura de tu vida, y a la forma en que todo eso te ha preparado a ti para el viaje. Y si tu ropa necesita remiendos, remiéndala con amor; así estarás preparado para su viaje, y vestido de la forma adecuada para trabajar en tu puente.
 
- Después, mientras lo atraviesas, fíjate cómo es el puente que has construido: de qué anchura, de qué longitud, qué seguridad te ofrece. ¿Qué tipo de conexión tienes con el universo?

[Pausa]
 
- Mientras atraviesas el puente para empezar a recorrer el sendero con que comienza tu viaje, estarán presentes todas las personas de tu vida: tu familia, amigos, colaboradores, personas con quienes tienes las relaciones más diversas.


 
- Detente a tocarlas, y habla además con ellas. Mira qué cambios se producen en tus sentimientos y en los de ellos al estar juntos. Todos los sentimientos son apropiados: no son más que sentimientos.
 
[Pausa]
 
- Cuando hayas completado tu tarea, sigue por tu sendero. Y no te preocupes si necesitas demorarte, ya podrás alcanzarnos más adelante.
 
- Mientras avanzas por el sendero verás, al costado, una casa vieja con jardín y un porche. Atraviesa el jardín, sube los escalones del porche y entra en la casa.
 
- Busca la sala de estar, y cuando la hayas encontrado, mira a ver si en ella hay una cómoda. Observa si la cómoda está en algún rincón polvoriento, o si aparece bien destacada en un lugar de preferencia, ¿Ya te has fijado en ella muchas veces antes? Cuando encuentres tu cómoda, ábrela para ver qué hay dentro, qué quisieras decirle a tu corazón. ¿Cuál es el don o el mensaje que te transmite tu corazón cuando miras al interior de su cómoda?

[Pausa]
 
- Cuando encuentres el mensaje que hay dentro de la cómoda, hazlo parte de ti y después vuelve a salir al porche y al jardín.
 
- Encuentra un lugar que te guste para plantar una semilla de la cual nazca más belleza. Prepara la tierra y siembra la semilla.
 
- Después, conviértete en esa semilla, quédate inmóvil en la oscuridad, atento a la sensación que te da ser esa semilla. ¿Sabes hacia dónde crecer? ¿Sabes hacia dónde queda «arriba»? ¿Y hacia dónde tienen que ir las raíces? Aquí en la oscuridad uno no puede ver, pero puede sentir, y puede saber.

[Pausa]

- Ahora echa raíces para adueñarte del alimento y de la fuerza que necesitas para agarrarte a las cosas. Y después crece, apartando problemas y obstáculos hasta irrumpir a la luz del sol y luego estirarte hacia el cielo.
 
- Crece y brota y florece.
 
- Conviértete en ese individuo —ese hombre o esa mujer— irreemplazable y hermoso que en realidad eres. Y siente el terciopelo de los pétalos, la fragancia del perfume, la belleza del color. Crece, brota y florece allí donde estés.
 
- Cuando ya te hayas abierto, convierte esa flor en parte de ti, y después continúa con tu viaje. Llegarás a un lugar seguro y calmado donde me gustaría que te tendieras o te sentaras para hacerte tan pequeño que puedas entrar en tu propio cuerpo.
 
- Recorre interiormente tu cuerpo, abriendo cada célula a la luz y al amor.
 
- Armoniza los órganos y escucha lo que cada uno de ellos tiene que decirte. Recorre todo tu cuerpo, reparando, reconstruyendo, recreando. Paséate por los corredores de tu mente y de tu cerebro, abriendo puertas, limpiando los estantes de cosas viejas, abriendo válvulas y conectando llaves en las diferentes habitaciones para que en tu cuerpo se vayan creando los cambios que quieras crear y, de esa manera, surja un si mismo nuevo, un nuevo tú, un nuevo yo.
 
- Después mira en el espejo a este ser nuevo, esta nueva creación. Y desde el espejo, mírate a ti mismo. Reflexiona sobre lo que ves y abrázate; acéptate.
 
Unifícate con tu ser nuevo y después ve dejando, gradualmente, que ese ser nuevo regrese a la habitación, a tu respiración. Inhala paz y vivacidad.
 
- Vuelve poco a poco, en un estado de alerta y vigilia, pero relajado y tranquilo, a tener conciencia de tu asiento, del suelo. Y cuando la música y la voz se hayan detenido, regresa a la habitación, y cuando ya estés dispuesto, abre tus ojos con una mirada nueva.
 
 
 

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