domingo, 30 de julio de 2017

EL FUTURO DE LA HUMANIDAD ESTA EN MANOS DE LA ECOLOGIA

 
UNA HISTORIA POR DESGRACIA FRECUENTE
 
Las familias habían salido de excursión. Soportado durante más de dos horas la caravana automovilística, inmersa en un ambiente altamente contaminado por los tubos de escape de los vehículos ¡y eso que pasaban por una autopista, donde antes se percibían alguno campos más o menos verdes!
 
Finalmente, llegadas al lugar escogido (aquel día habían decidido pasarlo en la montaña) descansaron bajo la sombra de frondosos y altos árboles, se bañaron en un riachuelo cercano bastante cristalino y degustaron los más variados platos, algunos guisados allí mismo...
 
A la mañana siguiente, se enteraron por los medios de difusión de que un incendio estaba terminando con el relajante escenario que pocas horas antes estaban disfrutando.

¿Descuido, negligencia, casualidad, mala intención? La catástrofe era irreversible y cuando al poco tiempo, muchos volvieron al lugar de los hechos, se encontraron ¡con un paraje tan cambiado! Y la peor parte se la habían llevado los árboles, así como todo tipo de vegetación. En lugar de ella todavía podían verse restos de troncos calcinados, un enorme calvero lleno de cenizas, palpándose un ambiente cargado de desolación y muerte.

¿QUE ES LA ECOLOGIA?:

Se denomina Ecología (del griego oikos = casa) a la ciencia que estudia las relaciones mutuas entre las poblaciones de seres vivos y entre éstas y el medio en que habitan.
 
El tema central de la Ecología lo constituyen las comunidades de organismos de diferentes especies en el medio ambiente que le es propio. La comunidad de seres vivos recibe el nombre de biocenosis (cenos = común); el ambiente se denomina biotopo (topos = lugar), y el sistema formado por la biocenosis más el biotopo constituye el ecosistema.
 
Según estas científicas definiciones el elemento fundamental del placentero ecosistema o escenario para solaz de los excursionistas eran los árboles y el tupido manto vegetal que les acompañaba. Al desaparecer por el incendio, el ecosistema se había desequilibrado por completo, tanto su ambiente, como la vida vegetal y animal de todo tipo.
 
Los ecosistemas pueden ser muy pequeños como un trozo de leño caído, un estanque (el tipo mejor delimitado) o grandes como la selva tropical. La biosfera o "esfera de la vida" es el mayor de los ecosistemas que existen.
 
Aquel atractivo paraje vorazmente devorado por el fuego formaba parte de ella. Quizás existan todavía muchos más como aquél, o hasta mejores, y sin embargo, ayer un incendio, hoy en otro semejante, la instalación de un complejo industrial, o la cementación para el paso de una autopista, mañana es una central nuclear, cuando no una guerra... Y el desequilibrio es cada vez mayor en perjuicio de la vida y de la propia atmósfera. Las relaciones del hombre con el resto de su ecosistema planetario ha sido hasta la época presente en la mayoría de los casos malas, tal como ha revelado modernamente la ciencia ecológica. La Ecología sirve en la actualidad de trascendental toque de atención para indicarnos que de continuar por este camino de depredación provocaremos nuestro propio apocalipsis.

PAPEL DE LOS VEGETALES EN LA BIOSFERA

La escasa densidad de la atmósfera y la pequeña cantidad de elementos nutritivos provoca el paso por ella de los seres vivos, pero sin asentarse en ella y alimentándose y  reproduciéndose fundamentalmente sobre un elemento sólido. Sin embargo, la vida ha jugado un papel de primer orden en la constitución de la atmósfera. En la actualidad, se considera que, antes de que los primeros vegetales aparecieran en las aguas, se había originado una atmósfera de escaso oxígeno como consecuencia de la desgasificación de la corteza terrestre. Fue la importantísima actividad sintética de las plantas la que hizo aumentar la contracción de aquel gas hasta los niveles actuales.
 
Este proceso lo realizan las plantas verdes gracias al pigmento denominado clorofila a partir de la radiación solar, transformando la materia inerte en materia orgánica y liberando oxígeno. Las plantas verdes y los detritus sirven de alimento de los animales herbívoros y éstos, a su vez, son presa de los animales carnívoros formando, el conjunto, las llamadas cadenas alimentarias. Por último, los restos de los citados animales junto con las materias orgánicas en descomposición son transformados por las bacterias regenerando los elementos y sustancias minerales que volverán a las plantas verdes y posibilitarán la continuación del proceso de la fotosíntesis y del ciclo biológico.

EL HOMBRE Y LA BIOSFERA FRENTE A FRENTE

En el primer y larguísimo asalto del Paleolítico la mejor parte la llevó la biosfera ya que el hombre solamente le robaba frutos, raíces, tubérculos, insectos, larvas y carne. Por mucho que utilizara el fuego, como en algunas sociedades "primitivas" de la actualidad, con el fin de ahuyentar a los animales mediante el incendio de bosques y sabanas, no llegaba a contaminar la naturaleza. Sin embargo, el fuego iba a revelarse como el sistema más poderoso a la vez depredador y regenerador. Mediante él, el hombre comenzó a alterar el equilibrio ecológico de la biosfera.
 
Por el sistema de cultivo por rozas las cenizas de la quema del bosque mejoran el suelo y los árboles al crecer forman otra vez nuevo humus, pero su práctica abusiva ha traído consigo profundas modificaciones climáticas en muchos lugares del globo. Selvas enteras se transformaron en sabanas y éstas en desiertos.

A partir del Neolítico, lentamente, el hombre fue inclinando la balanza a su favor. Durante toda la Edad Media prosiguió la tala abusiva de bosques, iniciada anteriormente, con el fin de facilitar la agricultura o la trashumancia ganadera. Pronto la madera se transformó en una de las materias primas de mayor uso. Desde un barco hasta una casa y todos sus muebles, desde la cuna de un niño hasta la caja para el último adiós, o como fuente de energía, la importancia del árbol fue in crescendo. La época de los grandes descubrimientos geográficos y colonizaciones representó en muchos lugares una verdadera práctica de "tierra quemada" que terminó entre otras desapariciones con muchas formaciones vegetales de numerosos ecosistemas hasta entonces vírgenes.

Sin embargo, el golpe de gracia al equilibrio ecológico lo iban a proporcionar las diversas revoluciones industriales con carácter depredador cada vez más acusado. A todas ellas habría que añadir los efectos del "boom" demográfico y del "fenómeno urbano". Si el hombre continúa sin respetar las leyes ecológicas a las que está sujeto dentro de su ecosistema su autodestrucción se aventura en un futuro más o menos cercano.
 
La filosofía de los siglos XVIII y XIX, pilar de la civilización occidental moderna, no se ocupó de las cuestiones del medio ambiente porque su problemática todavía no era desesperante. A causa de ello, el hombre sólo se preocupaba hasta hace pocos años, del nivel de vida y no de su calidad, teniendo su punto de mira en el progreso industrial, la producción masiva y en serie y el consumo. Pero la época de expansión y despilfarro ha terminado ya. De esclavo de la Naturaleza se pasó a esclavizarla, el peligro estriba en que, o bien se acabe con la muerte del esclavo, o éste termine sublevándose. Si queremos sobrevivir es necesario practicar con aquélla una política de consenso.

RAQUEL CARSON PIONERA DE LA ECOLOGIA

En la década de los 60 en un momento que anunciaba una distensión de la anterior guerra fría entre las grandes potencias, una mujer se atrevió a remover las conciencias para evitar la hecatombe ecológica que, a pesar de la coexistencia pacífica, se estaba produciendo. Su nombre: Rachel Carson.
 
Había paz, era cierto, pero desde fines de la Segunda Guerra Mundial, el hombre (con la mejor de las intenciones) había arrojado sobre los campos y bosques toneladas y toneladas de veneno en forma de DDT. El resultado, beneficioso, en principio no podía ser a la larga más desastroso porque se habían aniquilado también los organismos que de manera natural "controlaban" las plagas; los insectos nocivos habían terminado por inmunizarse; por otra parte, se habían transformado en plagas, organismos que en principio, no lo eran. Así pues, como una droga, el DDT y sus afines, terminaban por esclavizar al agricultor, aumentando su dependencia.
 
¿Podría llegar un día en que se alterara el ciclo biológico de la Naturaleza y ya no hubiera más primavera? Ni rebrote de las plantas, ni nacimiento de las nuevas especies, ni verdor de los campos. Primavera Silenciosa tituló Rachel Carson sus conclusiones y el libro, aunque duramente criticado, tachándolo de ciencia ficción, se convirtió en un best-seller e inició una tímida alerta en las conciencias. Y sin embargo, todavía tenía que desarrollarse la larguísima guerra de Vietnam con las terribles prácticas defoliantes tendentes a terminar para siempre con la vegetación y evitar así que se transformara en un posible refugio guerrillero.

LAS REGLAS DE LA ECOLOGIA

La Ecología como ciencia de la Naturaleza tiene sus reglas, estudiadas, analizadas y puestas de manifiesto cada día con mayor profundidad por los ecólogos.

Unos seres, unas especies vegetales por ejemplo, viven en un ecosistema y no en otro, porque las condiciones ambientales les son favorables. La vegetación es la base del paisaje terrestre y su correlación con los dos factores fundamentales del clima: temperatura y humedad es conocida desde antiguo. Como consecuencia los ecosistemas terrestres se agrupan en una serie de modelos o formaciones atendiendo a las especies vegetales dominantes que caracterizan cada paisaje según la temperatura, la humedad y la posición geográfica en latitud y altura sobre el nivel del mar.
 
Nada muestra de forma más eficaz lo indispensable de la vegetación para la vida el contemplar cómo en las zonas industriales, el progreso técnico, consume grandes cantidades de oxígeno, a causa de la combustión de materiales variados y actividades diversas, imposibles de reponer por la escasa vegetación del lugar.
 
Los vegetales compiten entre sí por la luz y para ello exponen sus órganos asimiladores cada vez a mayor altura, a la vez que realizan éstos el tronco y sus raíces van profundizando en sentido contrario en busca de las sustancias nutritivas disueltas en el agua. Según la cantidad de agua disponible en el suelo así será también la vegetación. Incluso en la desnuda superficie de las rocas existen vegetales como los líquenes que han sabido encontrar su biotopo.

LOS MOVIMIENTOS ECOLOGISTAS

En sentido amplio habría que incluir como movimientos ecologistas, desde determinados organismos internacionales instituidos para la protección de la Naturaleza hasta grupos de acción política y popular que manifiestan de diversas formas su preocupación ecológica.
 
Ya en "El origen de las especies" de Darwin se refleja, por encima de cualquier otra moraleja, el deseo de conservación del patrimonio natural. A comienzos del s. XX, el presidente Th. Roosevelt puso en marcha la campaña de "conservación de los recursos forestales, hídricos y naturales de América". En 1923 se celebró en París, con la participación de diecisiete naciones, el primer Congreso Internacional Ecologista cuyas conclusiones no cristalizarían hasta 1935 con la creación de la Oficina Internacional para la Protección de la Naturaleza con sede en Bruselas. Oficina que sería renovada después de la Segunda Guerra Mundial (1948), bajo los auspicios de la UNESCO. Fue entonces cuando surgió la idea de que era necesario reservar zonas privilegiadas que se denominarían Parques Naturales. Sin embargo, de momento, sólo podrían ser disfrutados por una élite muy escogida.
 
Hay que llegar a la citada década de los sesenta cuando los movimientos populares asumen la preocupación por la conservación de la Naturaleza. Se trata de grupos de carácter muy heterogéneo pero, son éstos los que constituyen los verdaderos movimientos ecologistas, con EE UU a la cabeza.
 
Son varias las causas que provocan en EE UU la eclosión ecologista: por una parte, como país de capitalismo más desarrollado, la industrialización y por ende la contaminación. también lo es, por otra, los efectos ecológicos de la Guerra de Vietnam fueron tan profundos que incidieron en una toma de conciencia colectiva sobre la problemática ambiental.
 
El primer movimiento ecologista se creó en la Universidad de Berkeley, agrupado alrededor de su líder, el estudiante Cliff Humphrey en la significativa fecha de 1968. Desde entonces, los movimientos se han multiplicado, contándose en la actualidad en total, muchos miles de simpatizantes. La preocupación alcanzó también Europa y se dejó sentir en la conferencia de la ONU sobre el medio ambiente que tuvo lugar en Estocolmo en 1972. En diversas convocatorias a las urnas, en Francia, el porcentaje de votos obtenidos por los ecologistas es cada vez mayor.

LA ECOLOGIA Y LOS MOVIMIENTOS ECOLOGISTAS EN ESPAÑA

En España, Cataluña es la pionera en la preocupación por la problemática ecologista al compás del nacimiento del excursionismo científico cuya máxima expresión será la fundación del Centre Excursionista de Catalunya en 1876. A nivel oficial, sin embargo, tenemos que llegar a un acuerdo de la Mancomunitat, que preveía la creación de parques naturales. En 1932 la Generalitat aprobaba un ambicioso plan, que las desgraciadas circunstancias históricas, no pudieron llevar adelante.
 
A nivel estatal, es también en la década de los sesenta, cuando se inician los estudios y medidas de tipo ecológico. En 1971 se creó el Instituto Nacional de Conservación de la Naturaleza (ICONA) con la participación mayoritaria de ingenieros forestales al servicio de los poderes públicos del régimen. Otros organismos fundados después son la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (ADENA), versión española de la World Wildlife Fund, la Asociación Española para la Ordenación del Medio Ambiente (AEORMA) y otras asociaciones y organizaciones de tipo local o regional.
 
Las movilizaciones contra la instalación de centrales nucleares, contra la contaminación atmosférica y de las aguas cada vez han sido más frecuentes ¿para cuándo una movilización masiva contra los incendios forestales?

LOS PARQUES NATURALES ESPAÑOLES

Actualmente los parques naturales españoles, además de poco numerosos, son de dimensión casi siempre muy reducida (en total no superan las 150.000 Ha.). Además en la práctica se ven severamente amenazados desde sus entornos, por una especulación de toda índole: inmobiliarias turísticas, compañías hidroeléctricas, grupos madereros, etc.
 
Los parques con categoría de tal son: Aigües-Tortes y Lago San Mauricio (Lérida); Caldera de Taburiente (La Palma), Cañadas del Teide (Tenerife), Covadonga (Asturias), Doñana (Huelva), Garajonay (Gomera), Ordesa (Huesca), Tablas de Daimiel (Ciudad Real), Timanfaya (Arrecife de Lanzarote). El 17 de marzo de 1981, el Consejo de Estado manifestó que "El acentuado proceso de degradación del entorno natural, que es patente, no responde tanto, sin embargo, a la falta de instrumentos legales como a la escasa sensibilidad que hasta ahora, en general, se ha mostrado al utilizar aquéllos hacia los aspectos ecológicos y ambientales".
 
Más que este párrafo, tan barroco, lo que importan son hechos. Pongámonos a trabajar desde hoy, en sentido ecológico, si queremos equiparamos a los países más avanzados. ¿De qué servirán los spots de la televisión, si se los lleva el viento?


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