Además del empleo estrictamente medicinal, los aceites esenciales se usan en numerosas manifestaciones de la vida cotidiana. En principio, los aromas están presentes en casi todos los alimentos.
Cualquier manzana silvestre, con el aroma y maduración adecuadas, puede ser mucho más sabrosa y apetitosa que la típica manzana proveniente de la industria agroalimentaria, ya que la producción en masa, los tratamientos químicos, las formas perfectas, se consiguen en detrimento del aroma —pasa también con las flores de invernadero—, y un buen aroma es básico para sentir atracción por un alimento.
La aromaterapia comenzó en el jardín y la cocina. Ajo, cebolla, puerro, cebolleta, mostaza, son productos tradicionalmente utilizados por sus abundantes componentes azufrados. El apio y el perejil, las plantas aromáticas, las especias, son ampliamente usadas en una forma peculiar de aplicar la aromaterapia, popular, tradicional y sin cientifismos, pero con un gran poso de sabiduría.
La forma de combinar los aromas confiere a los alimentos un atractivo que va más allá de lo simplemente gustativo, tal vez tocando aspectos tan ocultos como el emocional y el psicológico.
Actualmente, la industria de los aromas alimentarios mueve tales cifras de negocio, que el mercado de la aromaterapia es ridículo en comparación a la industria de la perfumería y cosmética, que inundan el mundo de aromas que nos acompañan cotidianamente, a veces incluso de forma opresiva.
Aunque estas empresas son grandes consumidoras de materias primas aromáticas, sus criterios nada tienen que ver con los de la aromaterapia. Aquí podríamos hacer una distinción entre la aromatología (conocimiento de los aromas) y la aromaterapia (curación a través de los aromas).
Algunas aplicaciones de los aromas en nuestra vida cotidiana son:
—Productos alimentarios: zumos de frutas, aguas aromatizadas (sobre todo con cítricos), bombones, pastas de frutas, gomas de mascar, helados, potajes y salsas, pasteles, etc. Es lamentable que aromas artificiales como la fresa o la frambuesa predominen sobre los naturales por su diferencia de precio.
— Tabacos, donde es más importante el aroma que la calidad de la hoja.
— Medicamentos, donde suelen usarse como aromatizantes.
— Productos de higiene y belleza (cosméticos).
— Perfumes. Los extractos naturales (aceites esenciales, esencias, absolutos, aguas florales) hoy en día representan una parte mínima de los componentes que entran en las formulaciones de los perfumes y cosméticos (aguas de colonia, aguas de toilette, cremas, emulsiones, geles, jabones, baños de espuma, desodorantes, dentífricos, etc.).
La desinfección de locales y objetos también utiliza productos aromáticos, generalmente de síntesis, existiendo un gran mercado de limpiadores y ambientadores con «esencias naturales» (obsérvense las comillas). El uso de aceites esenciales en difusores de aromas permite purificar, ionizar y crear un ambiente sano en recintos profesionales: son particularmente útiles en zonas expuestas a contagios (gabinetes dentales, guarderías, etc.) o períodos de epidemias.
En ensayos realizados en salas de reanimación hospitalarias, los aceites esenciales han demostrado mayor aceptación que los de síntesis.
La desinfección de la madera (muebles viejos, puertas, parquet, etc.) con complejos de aceites esenciales no es habitual, sin embargo tienen una gran efectividad y no comportan los riesgos de usar productos altamente tóxicos.
La industria química utiliza frecuentemente aceites esenciales extraídos a gran escala como ciertas resinas ricas en pinenos para elaborar colas y barnices.
La industria químico-farmacéutica usa ciertas moléculas aromáticas para crear otros componentes, como la vitamina A, a partir de los citrales o la vainilla a partir del safrol o del eugenol.
Hay muchas especialidades farmacéuticas a base de aceites esenciales, pero generalmente no se usa el producto tal cual es, sino alguno de sus componentes. El eugenol es típico en odontología.
El uso diario de aceites esenciales de forma equilibrada, puede ser un sistema sin comparación para el mantenimiento de la salud general. Si conseguimos introducir el uso racional de los aromas en la vida diaria, pueden ocupar un lugar muy importante en la sociedad futura, mejorando nuestras condiciones de existencia y aportando al campo de las terapias una fuente inagotable de recursos.
Ojalá que en pocos años, los aceites esenciales ocupen el lugar que les corresponde, otorgando al universo de los aromas su auténtica función: mejorar la salud y hacer la vida más agradable a todo el mundo.
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