sábado, 19 de agosto de 2017

PROTECTORES SOLARES NATURALES NO SON EFECTIVOS. OTRAS PROTECCIONES


El sol tiene muchos efectos positivos sobre el organismo humano. Puede compensar la carencia de vitamina C y estimula la formación de vitamina D, mejora el intercambio de gases y el flujo sanguíneo. Estimula el equilibrio hormonal y contribuye así a un mayor rendimiento. Sin embargo, estar mucho rato al sol perjudica la salud. Los responsables son los rayos ultravioletas (UV) contenidos en el espectro solar.

Debemos proteger nuestra piel de ellos.
 
Los rayos UV tienen una longitud de onda de unos 400 nm (nano = milmillonésima) y son invisibles para el ojo humano. Broncean la piel, pero al mismo tiempo la perjudican.

Las consecuencias de un baño de sol demasiado largo son: quemaduras y conjuntivitis.

Pero puede ocurrir algo aún peor. Quien toma demasiado sol al año se arriesga a que degenere el tejido conjuntivo de la dermis. La piel se deseca, presenta arrugas y pliegues superfluos y se envejece prematuramente. También se produce con más frecuencia el cáncer de piel. Así pues, hay que advertir insistentemente en contra del exagerado fetichismo solar. En lugar de tostarse al sol habría que proteger la piel bien con sombreros y trajes claros de fibra natural, que filtran mucho mejor los rayos UV que las fibras artificiales, bien con protectores solares que pueden obtenerse en las perfumerías.

La piel puede protegerse hasta un cierto punto de los rayos UV formando un pigmento cutáneo oscuro, la melanina. Este pigmento absorbe los rayos UV de onda más larga, los situados entre los 320 y los 400 nm. Los rayos UV más cortos, de 280 a 320 nm, son absorbidos por una "callosidad solar" que se forma con el tiempo.

El tercer mecanismo de protección es el sudor, uno de cuyos componentes, el ácido urocánico, absorbe los rayos UV de onda más corta (200-290 nm). Los rayos de onda muy corta, por debajo de los 280 nm en realidad no llegan hasta la superficie terrestre. Son absorbidos (todavía) por la capa de ozono de la estratosfera. Estos rayos de onda corta, denominados UVC, son los más peligrosos. Pueden acabar enseguida con los organismos unicelulares y con toda la vida orgánica. De ellos nos protege todavía en su mayor parte la capa de ozono. No obstante, esta capa protectora está siendo perjudicada cada vez más por los gases de los hidrocarburos fluoroclorados.

Paralelamente ha aumentado la tasa de cáncer de piel, sobre todo en las latitudes donde la capa de ozono ya ha ido perdiendo espesor. Esto ha afectado especialmente a los australianos. Allí hay más casos de cáncer de piel que en los demás países del mundo juntos. Otro factor interviene aquí también: en aquellas zonas, las personas con ascendencia centroeuropea o noreuropea no están adaptados a soportar este exceso de insolación con una piel tan clara. Por lo tanto, proteger la piel de los rayos solares dañinos es cada vez más importante. Las personas de piel clara, que enseguida se queman, están muy expuestas. Deberían cubrirse los días de radiación solar intensa y aplicarse cremas o aceites solares en las partes del cuerpo que permanecen al aire. El prevenir es aquí lo importante, pues, una vez producida la quemadura, de nada sirve ningún programa de emergencia.

Es necesario un factor de protección solar

Desgraciadamente se debe decir que, con los protectores solares, los partidarios de la cosmética natural topan con un impedimento. Los productos naturales no logran dar una protección suficiente. Incluso Weleda AG, que valora las materias primas naturales, advierte que no se puede conseguir una protección suficiente frente al sol únicamente con productos naturales. Incluso hay algunos productos que filtran hasta un cierto punto los rayos UV perjudiciales (destaca especialmente en este sentido el aceite de sésamo). Pero éste y otros aceites vegetales, como el de cacahuete y el de oliva, contribuyen sobremanera a la acción de las sustancias protectoras. No las pueden sustituir. La cáscara de nuez y la carotina, por su parte, no ejercen ninguna acción filtrante como se ha supuesto erróneamente. Tan sólo colorean la capa córnea de la piel y por eso pueden usarse siempre como bronceadores. Así pues, con estos conocimientos básicos debemos buscar consejo en la química y hallar en su cofre de tesoros sustancias que absorban la luz UV, especialmente a longitudes de onda situadas entre los 290 y los 320 nm, ya que los rayos de esta zona, denominados UV-B, provocan las quemaduras solares.

Elección del protector solar

Hay dos clases de protectores solares. Por un lado están los que absorben o reflejan casi por completo toda la radiación solar y, por otro, los que absorben selectivamente los rayos en la zona de los 300 nm.

Los buenos protectores solares filtran del 90 al 98 % de los rayos y dejan penetrar los rayos UVA, de onda larga, que son inocuos y broncean. Por lo tanto, quien se unte este tipo de protector solar puede permanecer más tiempo al sol. El factor de protección solar será el que determine el tiempo. Éste nos indica cuánto tiempo va a estar protegida la piel del sol. Con los protectores solares de un factor 4 por ejemplo, se puede estar al sol sin quemarse cuatro veces más que sin protector. Con un factor de protección superior a 10 se habla ya de "bloqueo solar".

El usuario ha de tener en cuenta que el factor de protección está determinado por el tipo de piel. Cuanto más sensible sea ésta, mayor deberá ser el factor de protección. Más de la mitad de los usuarios compra, según las estadísticas de los fabricantes, lociones solares protectoras (leches solares). Son productos compuestos de grasa, agua y un emulsionante. Actualmente, sin embargo, también están de moda los geles, que facilitan la protección solar sin grasa. La ventaja que tienen es que algunas personas soportan mejor los geles que los protectores tradicionales y además tienen un uso múltiple, incluso para el cabello, que también necesita protección frente a la desecación y la decoloración.

Otros protectores son las cremas y aceites solares. Los aceites son más baratos que las emulsiones y permanecen adheridos a la piel incluso en el agua. No obstante, presentan graves desventajas: son pegajosos y no se reparten bien. Asimismo, inhiben la evaporación del sudor, lo cual provoca que el calor se estanque bajo la capa oleosa y que, si hay una transpiración fuerte, se acumulen gotas de agua, que actuarán como una lupa y causarán quemaduras.

Cómo fabricarse un protector solar

Como ya hemos dicho, no podemos esperar de los productos naturales ningún filtro que proteja lo suficiente del sol. Quien, a pesar de todo, desee elaborarse sus protectores solares necesita para ello sustancias filtrantes que no se encuentran ni en farmacias ni en droguerías, sino en almacenes especiales. Allí se obtienen a veces recetas gratis para el tratamiento posterior de los productos que se hallan expuestos a la venta.




 

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