miércoles, 23 de mayo de 2018

EL RITUAL DE ANDAR SOBRE EL FUEGO

 
«Estaba en plena posesión de mis facultades», escribió el obispo católico de Mysore, localidad del sur de la India, en una carta dirigida al escritor francés Olivier Leroy.
 
El obispo creyó conveniente disculparse, puesto que su carta contenía el relato de una de las ceremonias más inconcebibles que había presenciado jamás.
 
Todo sucedió en la primavera de 1921, cuando el obispo Despatures fue invitado por el maharajá local a presenciar cómo un musulmán de la India septentrional andaba sobre el fuego.
 
Cuando el obispo llegó al lugar concertado, vio que habían cavado una zanja de unos 4 metros de largo por 2 de ancho, y unos 30 centímetros de profundidad.
 
Acto seguido encendieron un fuego en la zanja, tan virulento que el maharajá y sus invitados se vieron obligados a sentarse a la distancia prudencial de unos 25 metros. Ante la sorpresa del obispo, el musulmán no se introdujo en la zanja, sino que se quedó a unos 30 centímetros de la misma. Llamó a uno de los criados de palacio y, tras hablar con él unos instantes, le empujó bruscamente hacia las llamas.
 

El criado, presa de pánico, trató de salir del fuego, pero el terror que expresaba su rostro se tomó, de forma gradual, en una sonrisa de sorpresa. Entonces el musulmán recorrió toda la longitud de la zanja con la mayor naturalidad, pese a tener los pies descalzos y las piernas desnudas.
 
Cuando el hombre salió del fuego, otros criados se agolparon a su alrededor para averiguar cómo le había ido, y seguidamente se lanzaron a la zanja. A continuación hicieron lo mismo los músicos de la banda del maharajá, quienes desfilaron de tres en tres.
 
Luego echaron hojas secas de palmera en la zanja. El fuego prendió en ellas de inmediato, y las llamas resultantes eran de una altura superior a la de un hombre.
 
El musulmán incitó a más criados a que caminaran sobre el fuego, y éstos así lo hicieron sin sufrir daño alguno. Después, los músicos desfilaron por la zanja nuevamente, portando sus instrumentos y hojas de papel pautado, que no llegaron a encenderse.
 
El obispo calculó que un total de unas 200 personas caminaron sobre el fuego sin sufrir ningún daño; entre esas personas se contaban dos ingleses.
 
Al cabo de dos semanas, el mismo musulmán hizo otra demostración pública de sus artes en Mysore, pero en esta ocasión tres personas se introdujeron en la zanja después de que el musulmán les hubiera indicado que correrían peligro. Los tres individuos sufrieron quemaduras tan graves que tuvieron que ser hospitalizados.

La India no es el único lugar del mundo donde las personas caminan sobre el fuego. La viajera Rosita Forbes describió una danza tradicional del fuego en la Guayana holandesa, donde los hombres podían andar entre llamas que les llegaban a la altura de la cintura, abrasar ramas ardientes y masticar ascuas encendidas mientras una sacerdotisa virgen permanecía en trance.
 
En cuanto la mujer abandonaba su estado de trance, los hombres tenían que saltar apresuradamente fuera del fuego para evitar las quemaduras.
 
En la diminuta isla de Mbengga, perteneciente al archipiélago de las Fidji, se celebra una ceremonia religiosa anual que implica también andar sobre el fuego.
 
Los nativos cavan una zanja de unos 7,5 metros de largo por 3 de ancho y 1,8 de profundidad, que revisten de piedras grandes. A continuación añaden capas de troncos, maleza, más piedras y más troncos hasta que la zanja queda casi llena. Luego encienden un fuego que dura toda la noche, mientras rezan oraciones a Tui Namoliway, el dios del agua.
 
A la mañana siguiente, adoradores descalzos forman un círculo completo y caminan a todo lo largo de la zanja. Se dice que si su preparación mental y espiritual es la apropiada, los adoradores no sufren daño alguno.
 
Hay veces en que se producen accidentes, como en el año 1940, cuando un hombre recibió quemaduras tan graves que hubo que amputarle ambas piernas.
 
En un intento por averiguar cómo era posible andar sobre el fuego, el científico Harry B. Wright entrevistó al hombre que dirigía las evoluciones del círculo de adoradores. Este nativo se mostró totalmente dispuesto a revelar el secreto. Explicó que el dios del agua enviaba centenares de hijos del agua para que descansaran sobre las ascuas encendidas, y los hombres se limitaban a caminar sobre las espaldas de aquéllos.
 
El físico estadounidense Jearl Walker sostenía una explicación distinta. Según él, los hombres no corrían peligro alguno por causa del efecto Leidenfrost. Este fenómeno hace que las gotitas de agua formen una capa sobre la superficie de una estufa caliente, suspendida sobre una capa protectora de vapor. Esta observación resulta interesante, pero no justifica los casos en que los sujetos andan sobre el fuego con los calcetines o zapatos puestos. No explica tampoco por qué no se queman las hojas de papel pautado de los músicos del maharajá.
 
No obstante, probablemente se encontrará pronto una justificación plausible a este fenómeno, puesto que cada vez es mayor el número de personas que caminan sobre el fuego.
 
Desde 1980, miles de personas corrientes de Estados Unidos, Europa, Australia y Sudáfrica, pertenecientes al movimiento del potencial humano, han caminado sin experimentar ningún daño sobre lechos de ascuas encendidas de 4 metros de largo, una vez que han asistido a seminarios que les enseñan a aprovechar los recursos personales de un modo más eficiente.
 
El municipio soriano de San Pedro Manrique acoge uno de los rituales colectivos más llamativos para los antropólogos. Cada 23 de junio, algunos de sus habitantes celebran la Noche de San Juan caminando descalzos sobre una alfombra de brasas de madera de roble junto a la iglesia de la Virgen de la Peña. El recorrido es de tres metros y suele cruzarse en unos cinco segundos.
 
Precisamente el Paso del Fuego de San Pedro Manrique ha sido el ritual elegido por un grupo de investigadores para estudiar el significado y los efectos de estas tradiciones en la cohesión de las comunidades. Algunas de las conclusiones de su estudio, que comenzó en 2006 y que será ampliado en los próximos meses, han sido publicadas en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).


 


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