viernes, 18 de mayo de 2018

LOS CHAKRAS, CENTROS DE ENERGÍA DEL CUERPO


Desde el infinito de las inmensas galaxias espirales formadas miles de millones de años, hasta los miles de millones de átomos que vibran en un grano de arena todo el universo está hecho de ruedas giratorias de energía.
 
Las flores, los troncos de los árboles, los planetas, los seres humanos..., nada hay que no esté compuesto de círculos que giran y se desplazan sobre la gran rueda de la Tierra, a su vez lanzada en órbita a través del espacio. Unidad fundamental de la naturaleza, la rueda, el círculo de la vida, discurre a través de lodos los aspectos de la existencia.
 
En lo más íntimo de cada uno de nosotros giran como ruedas siete centros de energía llamados «chakras».
 
Vórtices de intersección de las fuerzas vitales, cada uno refleja un aspecto de la conciencia esencial para nuestra vida. Los siete en conjunto forman una profunda fórmula de unidad que integra lo mental, lo corporal y lo espiritual; en tanto que sistema completo, son un valioso instrumento de desarrollo personal planetario.
 
Los chakras son centros organizadores para la recepción, la asimilación y la transmisión de energía vital.
 
En realidad, actúan como núcleos centrales, formando la red coordinadora de nuestro complicado sistema cuerpo-mente. Desde el comportamiento instintivo hasta las estrategias más conscientes y planificadas, desde la emoción hasta la creación artística, los chakas son los programas maestros que rigen nuestra vida, amores, aprendizaje e iluminación, a manera de arcoiris o canal de comunicación tendido entre los Cielos y la Tierra, la mente y el cuerpo, el espíritu y la materia, el pasado y el futuro. Mientras nos movemos a través de los hechos tumultuosos de nuestra época, los chakras son los engranajes que hacen girar la espiral de la evolución y atraen nuestra atención hacia límites todavía inexplicados de la conciencia y sus infinitas posibilidades.


El cuerpo es el vehículo de la conciencia y los chakras son las ruedas de la vida que transportan ese vehículo a través de todas sus pruebas, tribulaciones y transformaciones. Para conducirlo apropiadamente necesitaríamos un manual de manejo y una guía o mapa que nos indique cómo navegar.
 
Con estos recursos en la mano emprenderemos un emocionante viaje. Y como siempre que se aborda un viaje, necesitamos una cierta información preliminar: los sistemas psicológicos, el contexto histórico del sistema de los chakras; luego estudiaremos en profundidad lo que son y analizaremos las corrientes energéticas correlativas que describen. Será como estudiar el idioma del país que vamos a recorrer.
 
Cada uno de los chakras que vamos encontrando es un paso dentro del continuo entre materia y conciencia. Por consiguiente, nuestro viaje abarcará desde las zonas de nuestra vida que tocan al nivel somático y a la conciencia instintiva, hasta los dominios más abstractos de la conciencia transpersonal.
 
Cuando uno ha comprendido, abierto e interconectado todos los chakras, se ha cruzado el abismo entre la materia y la conciencia y comprendemos que nosotros, somos el Puente del Arco Iris que establece la conexión entre la Tierra y el Cielo.
 
En un mundo fragmentado, donde la mente está aislada del cuerpo, la cultura del planeta en relación a éste y lo material respecto a lo espiritual, tenemos una profunda necesidad de sistemas que nos permitan reivindicamos. Deben hacemos posible la integración cuerpo-mente y llevarnos a nuevos y más anchos dominios, sin negar las realidades mundanas a las que nos enfrentamos cotidianamente.

Aproximación a este sistema
 
Por Sistema se entiende una exposición completa de principios o de hechos esenciales, coordinados en un conjunto racional u organizado, o un complejo de ideas o de principios que forman un todo coherente, o un método de clasificación o de codificación.
 
Imaginemos que vamos a la biblioteca y no hallamos allí sino montones de libros desordenadamente arrojados por los rincones. Para encontrar algo, sería preciso emprender una larga y tediosa búsqueda con muy pocas posibilidades de éxito. Ridículo e ineficaz, diríamos. Tratar de acceder a la conciencia sin un sistema podría ser no menos tedioso.

Los circuitos cerebrales admiten infinitas posibilidades y las manifestaciones de la conciencia son mucho más numerosas que la cantidad de libros existentes en ninguna biblioteca del mundo.
 
Teniendo en cuenta los ritmos y la velocidad de la vida moderna, ciertamente no accederemos a esa información sin un sistema eficaz que agilice el proceso.
 
Existen actualmente muchos esquemas y todavía son pocos para abarcar la cultura cambiante de nuestro tiempo. La clasificación freudiana de la personalidad en superego, ego y ello es un ejemplo básico de sistema sencillo concebido para el estudio del comportamiento humano. El sistema de Freud sirvió de fundamento a la psicoterapia durante la primera mitad del siglo. Sin embargo, los problemas a los cuales nos enfrentamos en nuestros días apenas caben en un modelo tan limitado.
 
Por lo que se refiere al dominio del potencial humano, la necesidad de nuevos sistemas es bastante obvia. Se inauguran consultorios para asesorar en materia de experiencia extrasensorial y miles de personas viven un despertar espontáneo de energías espirituales antes inéditas. Realmente, cabría decir que se ha abierto un campo, pero sólo permanecerá expedito si logramos imponer un poco de sentido y de orden dentro de ese caos. De ahí la necesidad del sistema, que proporciona una manera organizada de abordar una tarea compleja. El camino lógico para construir un sistema estriba en la observación de las pautas persistentes. Muchas de éstas han sido descritas por nuestros antepasados y transmitidas de generación en generación, envueltas en leyendas y en metáforas, como semillas latentes que sólo aguardan condiciones favorables para germinar.


 
Ahora que buscamos nuevas orientaciones para esta era del cambio que estamos viviendo, quizá nos convendría prestar algo de atención a esos sistemas del pasado, quitarles el polvo y ponerlos al día para que puedan ser útiles en el mundo moderno donde vivimos. Pero antes de hacer eso, examinaremos sus orígenes y evolución con la atención que merecen.

Historia del Sistema de los Chakras
 
No deja de ser extraordinario que los chakras, en tanto que componentes arquetípicos de la conciencia, hayan penetrado en la mentalidad colectiva y motiven más publicaciones y más referencias que nunca. Esta popularidad, aunque haya hecho de ellos una noción entendida por todo el mundo, también introduce muchas informaciones equívocas y contradictorias.
 
Conviene recordar que tos chakras provienen de una tradición ancestral que muchos maestros de la Nueva Era apenas han rozado. Los chakras van inextricablemente unidos a la  ciencia y a la práctica del yoga. Esta palabra, que significa «yugo», designa un sistema filosófico y practico que quiere "unir" el yo mortal a su naturaleza divina de conciencia pura.
 
El origen del yoga y las primeras menciones de los chakras se remontan a los Vedas, palabra que significa «conocimientos» y denota una colección de himnos que forman parte de la más antigua tradición escrita de la India, procedentes a su vez de una tradición oral todavía más remota de la cultura aria. 
 
Los hombres de esta cultura entraron en la India, se nos cuenta, sobre carros de guerra, y el sentido original de la palabra «chakra» como «rueda» se refiere a estos carros de los invasores. Digamos, de paso, que la grafía correcta en sánscrito es çakra pero la ç se pronuncia ch.
 
Al mismo tiempo era también una metáfora del sol, esa gran rueda que cruza el cielo como un carro de fuego. Otra acepción es la que recoge la noción de kalaçakra o el ciclo eterno del Tiempo.
 
En todos estos sentidos, la rueda representa el orden celeste y el equilibrio. Citemos, por último, que chakra significa asimismo una rueda o círculo de seguidores de Tantra.
 
También se dice que los arios llegados en carros de fuego o çakravartin, entraron precedidos por un disco luminoso, más o menos como la aureola que vemos en la iconografía cristiana, sólo que, en este caso, marchaba frente a ellos. El nacimiento de un çakravartin preludiaba el comienzo de una nueva era. Por eso, se refiere que el dios Vishnú bajó a la Tierra y sus cuatro brazos sustentaban un chakra, una flor de loto, un bastón y una venera. En este caso, el chakra pudo ser quizá un arma en forma de disco arrojadizo.
 
Los Upanishad, o enseñanzas de la sabiduría transmitidas de maestro a discípulo, son posteriores a los Vedas. El Yoga Upanishad (600 a. C) se refiere a los chakras como centros psíquicos de la conciencia, y también son mencionados en el Yoga Sutra de Patanjali (200 d. C). A este último, debemos los ocho caminos clásicos de la tradición yóguica. Dicha tradición es, en su mayor parte, dualista; por tanto, establece una separación entre naturaleza y espíritu, y aconseja la práctica del ascetismo y la renuncia a la propia naturaleza instintiva como camino para alcanzar la iluminación.
 
Fue en la tradición no dualista de Tantra donde se integraron los chakras y la Kundalini en la filosofía yóguica. La enseñanza tántrica, en efecto, fue un sincretismo donde se entretejieron muchas de las tradiciones espirituales de la India, y se popularizó hacia los siglos VI y VII d. C., como reacción frente al dualismo anterior. Aconsejaba permanecer en el mundo en vez de separarse de él.
 
Entre los occidentales, Tantra pasa por ser una tradición de prácticas sexuales, porque el tantrismo sitúa la sexualidad en el contexto de lo sacro y contempla el cuerpo como el templo de la conciencia que lo habita. Sin embargo, este aspecto sólo es una parte de una filosofía mucho más amplia, en la cual se combinan muchas prácticas de hatha y kundalini yoga, la veneración de diversas deidades, sobre todo las diosas hindúes, y la integración de las fuerzas universales.
 
Literalmente, la palabra tantra significa «telar» y denota el tejido de diferentes hilos que confluyen para formar el tapiz de la totalidad. De esta forma, el Sistema de los Chakras derivado de la tradición tántrica entreteje las polaridades de lo espiritual y lo material, la mente y el cuerpo, lo masculino y lo femenino, el Cielo y la Tierra, en una sola filosofía que auna muchas vetas filosóficas y arraiga en la tradición oral que mencionamos, anterior incluso a los Vedas.
 
El texto principal que dio a conocer la noción de chakras en Occidente fue una recopilación de textos tántricos traducidos al inglés por Arthur Avalon en su libro "El poder serpentino".
 
En conjunto, estas obras son el fundamento de nuestra comprensión actual del tema. En esa tradición hay siete chakras principales, residentes en el cuerpo sutil y que interpenetran el cuerpo físico. Dicho cuerpo sutil es un ente psíquico, no físico, superpuesto a nuestro organismo. Puede medirse a través de su manifestación como campos de fuerza electromagnéticos en todos los seres vivos y alrededor de ellos.
 
La fotografía Kirlian, por ejemplo, consiste en el registro de las emanaciones del cuerpo sutil de los vegetales y los animales. En el aura, que es su manifestación externa, aparece el campo de energía como un resplandor suave que rodea el cuerpo físico, a menudo con aspecto de estar compuesto de fibras. La psicología yóguica distingue en este cuerpo sutil cinco envolturas de distinta densidad llamadas koshas. A su vez, en el interior del cuerpo, el campo sutil reviste la forma de unos discos que giran: los chakras. Estos son los generadores psíquicos del campo áurico.
 
En cuanto al aura propiamente dicha, es el lugar de intersección entre las pautas internas generadas por los chakras y la influencia del mundo exterior.
 
Gracias a la fisiología moderna sabemos ahora que los siete chakras guardan correspondencia con los siete ganglios nerviosos principales que derivan de la médula espinal. Los textos antiguos mencionan otros dos chakras menores: el soma chakra, localizado exactamente por encima del tercer ojo, y el loto Anan Sikanda que contiene el Árbol Celestial de los Deseos del chakra cordial.
 
Los siete chakras situados de abajo a arriba (que puedes ver el imagen del principio de este texto) del cuerpo son:
 
Chakra séptimo, situado en el Córtex cerebral.

Chakra sexto, situado en el Plexo de la carótida.

Chakra quinto, situado en el Plexo laríngeo.

Chakra cuarto , situado en el Plexo pulmonar y cardiaco.

Chakra tercero, situado en el Plexo solar.

Chakra segundo, situado en el Plexo sacro.

Chakra primero, situado en el Plexo coxigeo.
 
Algunos sistemas esotéricos proponen nueve chakras o doce, mientras que otras tradiciones, como el budismo vajrayana, describen sólo cinco centros. No obstante, dado que un chakra es literalmente un vórtice de energía, su número no está limitado.
 
Sin embargo, los siete chakras «maestros» permiten configurar un sistema tan profundo como elegante, cuya topografía coincide con los centros nerviosos y, al mismo tiempo, conecta nuestra existencia física con otros dominios más elevados y más profundos, ajenos al orden físico.
 
Llegar a dominar estos siete primeros chakras puede ser empresa suficiente para toda la vida, y aconsejo a los que se propongan trabajar a fondo esos siete centros que, previamente, procuren tomar contacto con su propio cuerpo, antes de aventurarse en el estudio de sistemas extracorpóreos y más complejos.
 
Si bien muchas interpretaciones tienden a trascender los centros inferiores para favorecer los superiores por ser más expansivos, yo no participo de esa filosofía ni creo que fuese tal la intención originaria de los textos tántricos. Se trata de un punto de vista surgido en una época de la historia señalada por el predominio de las grandes religiones patriarcales, que subrayaban la importancia de lo mental por encima de lo material, negando así la existencia de dominios espirituales dentro de los confines de lo material.
 
La lectura atenta de los textos tántricos, lejos de corroborar la negación de los chakras inferiores a favor de los superiores, afirma un envolvimiento sucesivo por los niveles de trascendencia, cada vez más alto, pero que incluye el nivel anterior y está construido sobre éste.
 
Sistemas equivalentes en otras culturas
 
Los sistemas que mencionan siete niveles del ser humano o de la naturaleza, o siete planos de la realidad física, no son exclusivos de la literatura india sino que son bastante comunes. Los teósofos, por ejemplo, aluden a los siete rayos de la creación y a las siete razas de la evolución. Los cristianos hablan de los siete días de la creación, los siete sellos, los siete ángeles, las siete virtudes, los siete pecados capitales. Carolyn Myss ha establecido también una correlación entre los chakras y los siete sacramentos del cristianismo.
 
El Árbol de la Vida de los cabalistas, que fue también un sistema para el estudio del comportamiento de la conciencia, tiene siete niveles horizontales distribuidos entre sus tres columnas verticales y sus diez Sefirot. Además, describe un camino entre la Tierra y los Cielos, como el Sistema de los Chakras. Aunque la correspondencia no es exacta, sí se observan paralelismos significativos, por cuanto la Kabbalah también describe un camino de la evolución desde lo material hasta la conciencia suprema.
 
Cuando combinamos el Sistema de los Chakras con la Kabbalah resulta posible localizar los Sefirot en el organismo y asociar las dos tradiciones ancestrales, que obviamente tienen raíces comunes. Muchas culturas conocieron centros de energía o niveles de conciencia similares a los chakras, aunque no siempre en número de siete.

Los chinos tuvieron un sistema de seis niveles, correspondiente a los hexagramas del I Ching, basado en las dos fuerzas cósmicas del yin y el yang. En consecuencia, hay seis pares de meridianos orgánicos que además guardan correspondencia con cinco elementos (el fuego, la tierra, el metal, el agua y la madera).

A su vez, los indios hopi identificaron cinco centros de energía del organismo.
 
Apenas cabe dudar de que estas correspondencias míticas y factuales encierren una clave básica. Tenemos ahí, en alguna parte, un mapa cósmico susceptible de orientar la aventura exploradora de la conciencia. No han faltado indicaciones en tal sentido procedentes de todas las épocas y de todos los continentes.
 
¿No sería hora de que empezásemos a ligar estas claves a fin de buscar el rumbo que pueda sacarnos de las dificultades actuales?

En sucesivas entradas de esta web seguiremos haciéndolo.
 
 


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